Grupo: POSSESSED Disco:Seven churches. Año:1985

Escrito por PEDRO CELORIO.

Con permiso de VENOM, a los que muchos catalogaban en aquellos años como banda de Speed Metal (el Black todavía no existía como tal, pero Venom fueron la influencia clave para que naciese ese género con su disco «Black metal» de 1982 y CELTIC FROST que no se definían como un grupo de puro Death, POSSESED lanzaba su primer disco «Seven Churches» al mercado con Roadrunner Productions y es catalogado como el primer álbum de Death Metal de la historia, este sí, sin lugar a dudas.


Personalmente, pienso que el «Morbid tales» de CELTIC FROST podía haber ostentado ese puesto en 1984, aunque luego demostraron claramente que su estilo está algo más alejado del death metal. El plástico nos deja diez cortes brutales que se te meten en la cabeza como el sonido de un taladro. Guitarras agudas rozando la estridencia, más una batería veloz de ritmos persistentes, se entremezclan con la voz desgarradora del vocal/bass Jeff Becerra formando un cóctel brutal. Adquirí tal joya sin saber siquiera quienes eran POSSESED, y no tenía ni idea de la reliquia que estaba añadiendo a mi discoteca, solo con los títulos de los temas fueron suficiente atractivo para hacerme con él: The exorcist, Burning in hell, Evil warriors o el tema homónimo me atraparon. Y sin más dilación, fue el que elegí de entre los cientos que había en esa estantería de importación. Sabía que algo diferente se escondía entre los surcos de ese vinilo y la curiosidad por saber hasta dónde iba a llegar su descarga Metalera me carcomía por dentro.
Además, el título y esas letras infernales de llama roja del logo de POSSESED en la portada, adornadas con ese rabo diabólico y la cruz invertida de color blanco que resaltaba sobre fondo negro, casi te atraían como su mismo nombre indica, sobre todo por la contundencia visual que despertaba ese tipo de rótulos hacia el sector Metalero de la época aunque luego muchos se desmarcasen de ese nuevo estilo musical.


La escucha de este disco es algo pesada y aplastante para el oído, incluso pienso que se tarda varias escuchas en entender su brutalidad musical. No hay respiro para los tímpanos ni para el cerebro. No se lo pueden imaginar si no lo escucharon por entonces. Yo no terminaba de creerme lo que escupían los altavoces. Las caras y las reacciones de mis colegas, cuando cierto día los invité a escuchar el disco, fueron dignas de grabarlas en vídeo.
Sobre ser un trabajo muy sólido, atronador y tener una reputación envidiable, quiero destacar un pequeño pero que se acentúa bastante tras el paso de los años: la escasez de sonidos graves contundentes, que en mi opinión, hubiesen amenizado notablemente su escucha logrando suavizar un poco los agudos, vigorizando así la contundencia del sonido del bombo y del bajo. Pienso que de ese modo se hubiese logrado algo más de consistencia y dureza en los temas.
Tengo claro que el sonido ha evolucionado muchísimo desde entonces y que nunca podrá sonar un disco de los ´80 como uno de 2010, pero los ecualizadores ya hacían milagros en aquellos tiempos, y aun así, siempre eché en falta en la raíz del disco los sonidos graves de gran calado, porque el ecualizador nunca terminó de curar bien ese pequeño fleco.
Un disco muy entretenido que te trasladará a las tinieblas durante unos 38 minutos y te sacude los oídos y las neuronas como una batidora.

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