Grupo:IN EXTREMO. Disco:Kompass zur Sonne. Sello:Universal. Año:2020.

Folk metal en decadencia.

Escrito por Scheitan.

Esta vez me toca encarnar el papel de tabernero cascarrabias con la difícil mision de comunicar que es hora de cerrar. Juro que lo he intentado aplicando mucha más paciencia que con cualquier otra banda a la hora de dar carpetazo, y decir este doloroso «hasta aquí hemos llegado». Recuerdo como si fuese ayer, con tremendo orgullo, mi satisfacción al llevar a las clases de alemán aquel «Weckt die Toten!» (1998) para huir de tanto Rammstein, y la cara de flipada de mi profesora diciéndome que ese alemán era muy antiguo. O como a los pocos años, de gira con Carlos Núñez, su hermano y excelente percusionista Xurxo, alababa el buen hacer de estos teutones hinchándome aún más el pecho. Ya no queda nada de los inicios, que me marcaron, de esas historias folklóricas ancestrales garrulas, paganas, rituales, con ese punto festivo y la fusión perfecta del folk y el metal de «Verehrt und Angespien» (1999), cuando no desentonaban ni en un pueblo perdido de Plasencia ni en el gran festival Dynamo en Holanda. Todos cambiamos, yo viré a la extrema pero mantuve el gusto por lo «extremeño» y entendí el suyo como supervivencia al genocidio alternativo, que todavía duraba a principios de siglo, como hicieron muchos, y aguanté el tipo ante sus siguientes lanzamientos donde pasaban de ser Núñez a Hevia (máximo respeto) como pude, quedándome con algunos detalles de «Sünder…» (2001), soportando el maltrato al metal y a la dulzaina en «7» (2003) o en «Mein Rasend Herz» (2005), pero se empezaron a sentir como ese mítico flautista del cuento, rematándome en «Sängerkrieg» (2008) donde se «cocinan» un n°1 en Alemania y me asestan la herida mortal con «En esta noche». Aquí me bajo del carro, pero no pude evitar echar una oreja a la colabo con Mile Petrozza en 2011, ser víctima de su comercial «Fauertraufe» en 2013 y verles, como chiquillos, de pelea en el bar en «Quid Pro Quo» (2016).

Muchas vueltas he dado a este «Kompass zur Sonne», donde una vez más, el folk y el rock/metal no se entienden, y ¿para que aguantar más?. Para que aguantar que un riff grooveta enmascare a la gaita en «Troja», o que un puente industrialoide arruine el buen folk rural que asoma en el tema homónimo, o el enésimo corte futbolero/tabernero a lo Die Toten Hosen (máximo respeto) en «Lügenpack» o entre Celtas Cortos y Porretas (máximo respeto) en «Reiht Auch..». La plegaria a lo «Estrellita donde estás» en «Salva nos», o la versión de una versión metalcore del «Bad» de M.Jackson en «Narrenschif» que son de vergüenza ajena, por no hablar de «Saigon und Bagdad» que brilla más en la versión para clubs. En este disco, como en los anteriores, hay un gesto valiente, que esta vez les queda impecable junto a Russkaja en la turbo polka balcánica «Gogiya». No puedo decir lo mismo de la hermandad épica, con el utraprocesado Hegg de Amon Amarth (otros que tal bailan), en «Wer kann…» con puente de Carlos Núñez versionando «Let It Be». Me quedo como siempre con esos dos/tres valores seguros de casi todos los discos de In Extremo, como la llamada difónica a filas del ejército uruk-hai de gaiteros sedientos en «Biersegen» a lo «Villeman og Magnhild», o la acústica y auténtica «Wintermärchen», el «Merseburger» de turno en formato cuentacuentos/juglar imprescindible donde se apagan los focos y se enciende la lumbre.

Me he resistido mucho a asimilar que hace tiempo que a In Extremo se les acabó la magia, y con este «Kompass zur Sonne» completan un largo ciclo de involución a lo Benjamín Buton, pasando del folk maduro y solemne de primer nivel en sus inicios, a ser víctimas de sí mismos, borrachos de kalimotxo caliente y reducidos a sus fiestas palanganas en vivo. Cierro una etapa con «Schenk nochmal ein» de fondo, mejor tema del disco y probablemente la mejor balada que han hecho nunca, superando a «Die Gier», y que sonoriza delicadamente está despedida en cinco minutos de silencio, a golpe de nyckelarpa, arpa y gaita, el final de esta historia, muy bonita y de imborrables recuerdos, pero con final triste.

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