Una buena amiga que hace grandes fotos nocturnas me recordaba esta mañana que estamos, en Madrid, en época de visualizar la Vía Láctea en todo su esplendor. La constelación es un cúmulo de estrellas consagradas que derraman su luz sobre nuestras cabezas, del mismo modo que la noche del 8 de junio, otra constelación de estrellas, estas emergentes, se proponían derramar su arte sobre todos aquellos que se aventurasen a entrar en la Sala Wurlitzer. Hablo de Silverwave, Nukore y Unrecht (en orden de aparición).

Pero no nos perdamos en la inmensidad del firmamento, comencemos con los Silverwave. Son éstos, tres chavalotes afincados en Madrid, que practican un estilo poco definido. Puedes apreciar en él aires de Teen Punk Melódico, algo de Hardcore, también me pareció, en fases, que se arrimaban al Metalcore… Difícil definirlos en un solo hashtag, pero bueno, en cuestión de estilos, la noche se mostraba ecléctica y eso no está mal, suelen resultar noches que, den el resultado que den, no se hacen monótonas y eso ya, es interesante.


En materia musical, los Silverwave, arrancaron un poco dubitativos y con muchos nervios. Con el paso de los temas fueron domándolos para conseguir un resultado más acorde con lo que eran capaces de ofertar. A partir de Destroy, las cosas encajaron mejor. Además, contaron con la colaboración de un invitado (Garijo, al que podéis ver en la siguiente foto) que, añadido al hecho de marcarse una versión de Deftones (My Own Summer), terminaron de asentarse.


Un resumen de su comparecencia sería algo así como: reminiscencias varias pero sin definir una personalidad propia, todavía. Mucho entusiasmo y ganas, pero un largo camino para encajar todas las piezas, entre las cuales se cuentan un gran bajista (que destacó por méritos propios), una muy buena sección percusiva y una asignatura pendiente en las voces. Fue un buen arranque con marchita, para lo que nos esperaba unos minutitos después.

No dió tiempo a sudar mucho en la tórrida noche madrileña, pues ese periodo entre actuaciones fue mínimo y los Nukore saltaron con fuerza y presteza al escenario de la Sala Wurlitzer. En una noche variada respecto a estilos musicales, Nos encontramos al volver a entrar en la sala con esta banda vitoriana que sí que parece más fácil de enmarcar dentro del universo Hardcore.


También es cierto que escuchando su discografía, que ya empieza a tener una entidad importante. Se aprecia una evolución desde los poderosos sonidos más descarnados, Dub y hip-hoperos de sus comienzos (The Sun Will Rise, Broken Hip? Hop On!, You Call the Wolf, You Get the Pack); pasando por el más puramente hardcoreta de “Old School”, One Minute Silence (y que reconozco que a mí me ha llegado más); hasta Getting Lost, su última entrega, con sonoridades más melódicas, sin perder pegada ni agresividad. una trayectoria coherente, para esta formación de 4 integrantes (guitarra, bajo, batería y voz), que reparten rigurosamente sus parcelas y en las que cada uno sabe perfectamente lo que tiene que hacer y lo hace con solvencia.


Una formación, como decíamos, bien acoplada, que parece tener claras las ideas y la progresión que quieren dar a Nukore. Es difícil, pues, destacar a un elemento por encima del conjunto. y creo que verlos como un todo es la opción más correcta, sin despreciar a los individuos, porque cada uno estuvo absolutamente correcto esta noche.
De hecho, se encontraron con un público algo frío, reticente a cercar el escenario, pero la fuerza que desprenden y una labor inconmensurable como “front” de Aitor Asso, lograron hacer mover al público que acabó desencadenando los pogos que tanto dicen de lo que está pasando sobre el escenario. Volvieron a los presentes al revés y les hicieron saltar.


Como es natural y con un disco calentito, como es Getting Lost (2022), fusilaron el mismo, a falta de un temita. Set que especiaron con algunos temas de anteriores trabajos, entre los cuales recordaron sus You Call the Wolf, You Get the Pack, One Minute Silence y The Sun Will Rise. El tiempo destinado a los teloneros es siempre escaso. Hubiéramos continuado algo más desgranando la generosa discografía de Nukore, pero era tiempo de ceder el escenario. El comienzo del evento se había retrasado bastante y empezaba a hacerse tarde para algunos ¡Era el turno de Unrecht!


De nuevo un vertiginoso cambio de escenario y es que el equipo Unrecht, podría ponerse a cambiar ruedas en Le Mans sin ningún complejo. Funcionan de maravilla. Es una banda muy joven que se encuentra en pleno proceso de metamorfosis. Partiendo de unos orígenes remotos ya, en los que versionaban temas de Rammstein, se han reinventado a través de severos cambios de filosofía y formación que, unidos a su amor por el Metal Industrial y las cosas bien hechas, están transformando su propuesta y convirtiéndola en una prometedora banda de Metal Industrial con material propio e ilusionante, que entrará previsiblemente a final de verano a grabar su primer trabajo de estudio.


Para quien todavía no los conozca, Unrecht está integrado por 4 mozalbetes de exultante juventud. de los cuales, Carlos es la novedad. Reemplazando a Manu recientemente en las labores de vocalista y frontman del grupo. Manu, por cierto que se mostró omnipresente antes, durante y tras la actuación, acompañando a sus compañeros y asistiéndoles en todo momento.
Su espacio dentro de este convulso mundo del metal se encuentra en un Metal Industrial Técnico, pues cuentan con auténticos cracks en cada una de las posiciones: Guille a la guitarra, Erik al bajo, el mencionado anteriormente Carlos a las voces y como no, el alevín, Pablo, al que todavía no se le está permitido el acceso sin autorización. Pablo, presente y rabioso futuro del Metal ¡con tan sólo 14 años! Parece mentira que la última vez que los vi sobre un escenario, él cumplía, precisamente, los 14 y ya se nota un salto de presencia sobre las tablas.

Volviendo a la última vez que los vi actuar, la evolución ha sido manifiesta y dice mucho de la marcha de la banda. Han desaparecido covers en favor de temas originales, hasta el punto de mantener, exclusivamente Du Hast ¿hace falta que diga de quién…? y esto más que nada como un guiño a ese icono teutón que tantas vocaciones ha desencadenado y como, puedo suponer, faro que marca el punto de salida y que les va dando regularmente la lectura de a dónde han llegado, que es lejos, y que algún día se perderá en el horizonte, eclipsado por éxitos propios que serán su rastro de migas de pan, marcando el camino que nunca se ha de recorrer. Quizá entonces continúen tocando de cuándo en cuándo Du hast, aunque sea sólo porque les gusta y porque nos gusta.


Pero como no sólo de Rammstein vive el metalero, Unrecht nos traían preparado un set no muy extenso, 11 temas, pero jugoso. El ambiente ya venía caldeado por unos impresionantes Nukore que habían provocado al público a saltar y chocar en pogos. El terreno, pues, estaba abonado para que arrancara una actuación cargada de sorpresas visuales. De la capacidad musical de estos monstruos enmascarados, ya veníamos informados.
Arrancaban con su tema homónimo y una oscuridad característica en sus puestas en escena. Rota tan solo por leds de colores que se reflejan en las metálicas máscaras, creando ese cuadro desasosegante que caracteriza al género. La indumentaria; monos negros, con algún detalle como el logo de la banda en blanco; se confunde en muchas fases de la actuación con el fondo, unas veces monocromático y otras rebosante de colores. Son los instrumentos, con su capacidad de cambiar de color en función de la luz y las caretas pulidas las que delatan la posición de los mismos, cambiando de color con el ritmo de la iluminación.


No son sólo luces lo que rompe el negro general que envuelve el escenario. Chorros de chispas frías explotan en dirección al techo del local, mientras la banda interpreta su repertorio, captando la atención de los más despistados, burbujas jabonosas ponen el punto simpático y capturan a buena parte de la parroquia y es que aunque haya muchos metaleros en la sala, no lo dudéis, como he recitado ya en alguna ocasión “tendremos corazón de metal, pero tenemos corazón”. De hecho y a la postre, fue uno de los efectos que más gustaron… ¡Rammstein, tomad nota!
Me queda un efecto por destacar, el humo, y éste, posiblemente fue el que más me gustó. Eso sí, si le preguntáis a mi cámara, puede que se ponga de uñas, pero, qué queréis que os diga, el humo en su justa medida es un arma muy poderosa para crear ambientes y los señores de Unrecht si algo cuidan en sus actuaciones es el ambiente y la puesta en escena. La calidad ya la traen puesta de casa. El resultado fué un pack de fotos preciosas que lamentablemente y por culpa de aquí quién les relata, no hacen justicia al directo. Son, sin lugar a dudas una banda llamada a hacer cosas grandes en grandes escenarios. La ambición la tienen, la capacidad también, la iniciativa, cuentan con ella y lo más valioso, el tiempo está a su favor.


Desgranaron así sus 7 primeros temas que no detallo porque sinceramente fueron una locura de luces, oscuridad, Metal, pogos, en los que de nuevo, Manu, ex-vocalista de Unrecht, casualmente siempre se veía implicado y es que es puro nervio. Cualquier día se cruza consigo mismo en un pasillo. El público disfrutaba sin saber a qué atender más si a las pompas de jabón a los ir y venir de Carlos por el escenario, a los acordes y solos de Guille, a Pablo ese pequeño astro al fondo destrozando la batería con una fuerza y destreza impropia de la mayoría de los baterías adultos y al que se le adivinaba a pesar de ocultar su cara, una sonrisa de felicidad por estar haciendo lo que más le gusta, a Erik, que ahora estaba rasgando su bajo en el escenario, como ahora se mezclaba con el público en medio de un pogo o bien se subía a la barra de la Wurlitzer y la recorría mientras no perdía el ritmo frenético que los Unrecht imprimen a sus temas.

Y llegamos a la recta final, exhaustos pero con esa sonrisita que se nos queda cuando lo estamos pasando verdaderamente bien. Suenan los primeros pasos del celebérrimo Du Hast y la locura se desata. todos coreamos lo que sabemos (“du hast mich” y poco más, por mi parte lo reconozco). La recta final se empina sensiblemente, es cuando llega Terror, que se han reservado hasta este momento por la calidad que atesora y que tras el cover lejos de deslucir, se reivindica como uno de los buques insignia de este Ave Fénix que es Unrecht.


Sólo queda tiempo para un momento de esparcimiento más con We Are Number One, festivo tema que ha dado mucho que decir en redes por las versiones más que por el tema y con el que Unrecht cerró la noche de una manera más que festiva. Sólo podías ver caras alegres, cargadas de satisfacción y es que la noche estuvo muy bien.
Buena gente, buenas bandas, buen rollo y mucha música de alto octanaje que me hizo volver al hogar habiendo pasado un magnífico sábado noche en el que coincidimos una parte de la comunidad metalera, unas 90 personas, que para este medio underground tampoco está mal. Disfrutamos de lo lindo y pudimos comprobar en primera persona que hay bandas nuevas a las que hay que seguir de cerca porque darán que hablar ¡Quedaos con los nombres! Silverwave, Nukore y Unrecht.
Texto y fotografías: Juan Carlos López Aguilar.
