Cuando ya no todo vale,… o sí.

Texto de Carlos Citoler Delgado.

y es que llega un punto, una edad, un no se qué, en el que te das cuenta de que ya no todo vale,…o sí.

Una edad en la que te haces más exigente, y no te sirve con que uno de tus grupos de cabecera, llámale «X» o Whitin Temptation, por ejemplo, se descuelgue con que se suman a la moda de ir editando singles de forma habitual, con la sana intención de mantenerse lo más posible en el candelero y no caer en el olvido, y de buenas a primeras anuncian la publicación de un nuevo largo, incluyendo esos mismos singles editados previamente.

Doble paso por caja, triple o cuádruple, ya he perdido la cuenta, si contamos con que esos mismos singles han sido editados antes por separado, formando parte de un EP todos en su conjunto, digital y físicamente, a plazos, en cómodas entregas o demás triquiñuelas del business musical.
No, llega un momento en el que ya no todo vale. Un punto en el que otro de tus grupos de cabecera, vuélvele a llamar Whitin Temptarion o «Y», deseosos de girar y girar, ante aforos más y más grandes, se cobijan bajo el ala de los grandes festivales, o de vacas sagradas todavía más intocables, asegurándose así que sus conciertos estarán petados, la foto tras el cual cuelgan en redes dando la espalda al público (nunca mejor dicho) quede de escándalo, mientras tú has tenido que desembolsar la pasta de los libros del colegio de tus hijos para poder disfrutarlos a 100 metros de distancia, a través de una preciosa pantalla de vídeo, propiedad del cabeza de cartel, en el mejor de los casos. Y que conste que no entro en el cambio musical que los nombrados artistas han efectuado, que a mi modo de ver es una cagada, un enfriamiento de su estilo, dotándolo de una grandiosidad que deja vacío su contenido y mensaje. Cada cual que evolucione como su cuerpo y cartera le demande.

Días en los que, otro de los referentes y con los que entraste en este rollo, tras una telenovela turca digna de estudio en las escuelas de marketing, bajo el paraguas de «No en esta Vida», continúen con la gira más larga de la historia presentando nada. Bueno, nada no, presentando «perlas», quiero decir, «Perhaps»,… Rectifico, no presentando nada, que bastante han manchado ellos solitos su nombre para que yo lo ensucie mas.

Que la cartera llega a un punto en el que ya no importa tal vez sea la idílica visión de los soñadores de a pie que todavía nos dejamos parte de la pasta destinada al pago de la letra del coche en adorar a nuestros ídolos. Tal vez pienses, proletario medio, que llega a un punto en el que el día no tiene suficientes horas para que puedas gastar todos los ceros acumulados en tu cuenta bancaria. Pues parece ser que nos equivocamos; o hay gente para la que sus días tienen más de 24 horas, o existen en el mundo vicios muy caros que tú ni siquiera llegas a imaginar.

Que luego está el otro punto de vista, cuando los 4 jinetes lanzan nuevo material y te parece una soberana mierda. Pero olé por ellos al menos por intentarlo. Aunque contando con el colchón de que pagaríamos, y de hecho, pagamos, barbaridades por poder oler sus pedos desde el circle black, el riesgo, bajo mi punto de vista, disminuye bastante.

Y es que llega un punto en el que ya no todo vale,… o tal vez si. Porque si a las puertas de comenzar las fiestas de tu barrio, de tu pueblo o de donde quiera que pagues tu hipoteca, te tienes que oír que los conciertos que traen este año, «vaya chasco, que no los conocen ni en su casa, que lo que tendrían que traer es tributos, que esos sí que llenan y animan, …», igual sí que ya todo vale. Con todos mis respetos a los tributos, que más quiera yo que saber sacar de mi castigada guitarra un solo acorde, no me parece la solución. O si, ya no lo sé.

Porque tal vez lo que busquemos en esos tributos no sea volver a escuchar temazos que marcaron nuestra vida, sino encontrar a nuestro yo de hace veinte o treinta años, aquel a quien cambió la vida los himnos que hoy vas a revivir, cuando los escuchó por primera vez. Y eso, me temo, amig@, ningún tributo, por muy bueno que sea, puede hacerlo realidad.

Y es que, tal vez, ya todo nos vale, no sé. Contemplar divertido que, pongamos por caso, los únicos momentos coreados a pleno pulmón por el público en un concierto de, por ejemplo, pongamos el caso de Seguridad Social, sean los «Chiquilla» de turno, duele. Y al artista, como en este caso, que llevan 40 años haciendo malabarismos sobre el peligroso mundo musical, ya ni te cuento. Que el bueno de Mikel Erentxun, con otros tantos o más años a las espaldas, nos entre mejor o peor su propuesta, tenga que ver desde las alturas del escenario que solamente los clásicos de Duncan Dhu son reconocidos y jaleados por el público, pues también tiene que joder, imagino.

Pero es que tal vez ya todo nos vale, nos cuesta mucho esfuerzo abrirnos a probar lo nuevo y es más fácil tirar de recuerdos. Recuerdos que llegan a unos oídos que no son los de hace veinte o treinta años, sino que son unos oídos ya deformados por la inmediatez, por la «música rápida», de usar y tirar, que prefieren una hamburguesa de las de toda la vida, la que tanto anuncian por redes, a intentar hincarle el diente a un novedoso y desconocido plato.

En definitiva, hay días en los que te das cuenta de que no todo vale, por mucho que intenten convencerte de lo contrario, pero cuesta tanto sacar esos días adelante que a veces dan ganas de dejarse arrastrar por la corriente. Que el día de mañana no habrá vacas sagradas para adorar en estadios, porque hoy nos hemos cargado a todos los terneros que luchaban por sobrevivir, pues ya adoraremos a cerdos, quiero decir, a traperos, y listo.

Que, mientras tanto, grupos consagrados tienen que tirar en vivo de tocar 28 veces el mismo hit, porque la peña no conoce sus otros 367 temas, pues más caja se hará en barra, porque un servidor, a la tercera repetición se va a refrescar el gaznate si o si, si no es antes.

Que llega un momento en el que a nadie le apetece juntarse en un viejo local, garaje o casa abandonada a intentar sacar de la vieja guitarra de su padre o madre algún riff mientras el colega y vecino hace lo que puede con dos ollas de cocina a modo de batería, pues tiraremos de la IA y que rulen los nuevos hits para rellenar espacio en las emisoras de radio y en los puestos de las ferias.

¿O no? A los problemas soluciones, y si no hay pan, buenas son las tortas. Después no nos vengamos quejando, que al fin y al cabo, como todo bien agricultor sabe, se recoge lo que previamente se ha sembrado,…

Y es que hay días en los que te das cuenta de que ya no todo vale, o si,…

Deja un comentario