Sí, sí. Sé que este espacio es para publicar crónicas de conciertos, pero el pasado día 23 de septiembre fue un día bastante especial. No sólo es que entrase el equinoccio de otoño, con su caída de hojas, de algunos pelos, también; bajada de tono vital; más fresquete, salvo por el esperado “veranillo de San Miguel”; catarros… Se celebraba el aniversario de la sala Revirock. Fue también la fecha escogida para celebrar el quinto aniversario de Rock Entre Amigos, esta “diabólica casa” en la que tan amablemente me han acogido para que vuelque mi hambre de comunicación escrita ¡Gracias REA y gracias, por muchos años!


El lugar escogido para la celebración fueron los Estudios Revirock. Magníficas instalaciones y mejor trato. Un día de convivencia entre los miembros de la redacción que se desplazaron desde distintas localizaciones de la geografía peninsular e insular. Un lujazo que se completaba con un evento musical de primer orden. Bridge to Nowhere, Embersland y Diabulus in Musica como colofón final. Todo un acontecimiento que remataba una jornada inolvidable. Disculpadme este offtopic, pero ¡tenía que contarlo!


Desde este mismo momento paso a lo que de verdad os importa, qué aconteció en esta velada de sábado. Si queréis que os de una visión preliminar, de grano gordo y general, fue una noche accidentada. A las 19:30; minuto más, minuto menos, pero más, más, que menos; nos acercábamos a la taquilla para obtener la acreditación y aquello pintaba oscuro, más que el “Infierno de Dante”. Los comentarios giraban en torno a una demora en el comienzo, por retraso en las pruebas de sonido.


Curiosamente, y dada la celebración antes comentada, habíamos podido observar a los integrantes de Bridge to Nowhere acceder a las instalaciones antes de las 16:00 horas, claro, que al ser los encargados de abrir la noche, les tocaba realizar las pruebas de sonido en último lugar. Ya sabéis cómo son estas cosas… Bien, el comienzo, finalmente aún se hizo esperar, diría que más de una hora. En estas circunstancias, no miras el reloj, aprovechas para charlar con unos, con otros y había mucha gente con la que conversar. Aunque ver llena la sala Revirock, es a día de hoy una quimera, sí que podíamos apreciar que se había desplazado bastante gente. Luego dentro, confirmaríamos que esta impresión era correcta.


Finalmente, logramos acceder a las instalaciones, muy ilusionados. El cartel era indudablemente atractivo, la sala ¿Qué os puedo decir de la sala? la opinión ilustrada de los que saben de esto, la describen como “posiblemente la mejor sala de madrid”. Yo, personalmente, me uno a esta corriente de opinión. La compañía inmejorable ¿Qué podía salir mal…? Todos sabemos que la respuesta a esta pregunta suele estar llena de desastres catastróficos. Esa fue precisamente la respuesta que obtuvo Bridge to Nowhere.


Con problemas técnicos en la configuración del equipo, una testimonial prueba de sonido, los in-ear fuera de combate y la noticia de recortar su set en un tema (cuestión, ésta última, que afectó de igual manera a Embersland) arrancaban su casi-setlist con una presión extra, pero contenida. Desde abajo, desde donde el respetable dicta sentencia, se notaron muchas carencias. Bridge to Nowhere, con un nuevo trabajo en el horno, venían a interpretar su increíble álbum de 2019 “Divine Tragedy (La divina commedia di Dante Alighieri)”. Joyita que pasó sin pena ni gloria por causas pandémicas y que ahora, unos años después, estamos pudiendo disfrutar, rescatada de las más recónditas “Calderas de Pedro Botero”.


La actuación quedó con más oscuros que claros. Recorrió los anillos infernales, pero tomando un atajo para obviar el acceso al Monte Purgatorio, que fue el tema escogido para quedarse fuera, esta noche. Durante su permanencia en el Infierno, la voz de Ana Rocha se vió, casi completamente, eclipsada por una banda que sonaba como si se hubieran desatado todas las almas del infierno y, a una, bramaran por su mala fortuna. Todo hay que decirlo, era un gusto escuchar la banda sonar así, pero claro, cuando te dejas una parte fundamental del equipo fuera, no vale.


Aunque se intentó arreglar, no se consiguió satisfactoriamente y sólo al llegar al Paraíso, donde la interpretación es más melódica y la voz muestra una intensidad de señal más alta, Ana Rocha conseguía elevarse para ser más o menos percibida. Una pena, porque personalmente, tenía muchas esperanzas puestas en la combinación “Bridge to Nowhere / Revirock”.


Los Bridge to Nowhere bajaban finalmente del paraíso donde llegaron, a trompicones y volvieron a este “valle de lágrimas” donde los mortales permanecemos a la espera de ser reubicados en algún puesto de ese fantástico “Infierno de Dante”, por el responsable de RRHH del mismo ¡Qué Satanás nos coja confesados!. Sin más dilación que la técnica, por cambiar el escenario, Embersland se disponían a ofrecernos todo lo que traían dentro de su equipaje musical.


He de reconocer que no conocía esta banda y los problemas sufridos por sus antecesores en las tablas de la Revirock, me tenían un tanto inquieto y temeroso por lo que se nos viniera encima. Por suerte, mis temores se disiparon nada más salir Embersland a disparar sus primeros acordes. Por estas cosas que tiene el directo y los conciertos de varias bandas; los astros, el técnico, Belcebú, igual también Dante y, por supuestísimo, la profesionalidad, el buen hacer y yo incluiría que, la simpatía de Embersland ¡aquello sonaba de maravilla!


Creo que Embersland se vaciaron. Lo dieron todo. Pusieron pasión, fuerza, precisión, honestidad. Todo lo que hicieron lo hicieron bien. No se puede poner ningún pero cuando te encuentras un espectáculo así. Es lo que esperas cuando pagas una entrada para ver a tus grupos favoritos, que igual que tú te has desplazado, has pagado la entrada y llegas lleno de ilusión, los que te miran desde arriba se adhieran a esa conexión banda público. Así haya una persona o 10.000 disfrutando el espectáculo. Así sean las 14:00 de un caluroso agosto o las 03:00 de la mañana de una gélida madrugada ártica. El Metal es, antes que nada, pasión y pasión compartida. Si no, puede ser muchas cosas y algunas buenas, pero no es Metal.


Nos mostraron un setlist de 9 temas del que, como adelantamos anteriormente, se cayó uno. El damnificado fue “Strike Back”, pero verdaderamente, no creo que tuviera gran impacto en lo que apreció el público que se divirtió de lo lindo. Incluso yo me vi dando unos torpes pasitos como divertimento que afortunadamente no fueron registrados por ninguna cámara, que yo sepa… Un set entretenido en el que se alternaban la voz melódica de Clara Beack y la de su compañero Will Sarmiento, unas veces gutural y otras sólo rajada, en cualquier caso, la réplica grave. El resto de instrumentos, perfectamente coordinados daban una sólida cobertura para construir un todo bien rematado.


Embersland agradó, en general y se agradeció, por quitarnos un poco el mal sabor de boca que nos había dejado el sonido de apertura, así como el miedo al sonido en lo que nos quedaba por escuchar en la noche. Era, nada menos, que Diabulus in Musica. Reputados cabezas de cartel, que muestran un halo de banda internacional, un tanto esquiva a sus apariciones nacionales, aunque este año han podido ser disfrutados en festivales varios. por fin han podido ser vistos, en directo en Madrid dónde se les esperaba desde hace… Bueno, mucho tiempo. Por ello es comprensible que hubiera ganas y expectación.


Todo lo anteriormente relatado nos llevaba hasta, más o menos, cuarto de hora antes de las 00:00. La hora de las brujas. Ese momento fatídico en que la carroza de Cenicienta se convierte en un Seat Panda. Fue ese, el momento en que Diabulus in Musica saltaba al escenario de la Revirock. La buena entrada de las 19:30, había caído en picado a unas cifras bastante paupérrimas: Redundando en ello, en esta sala esas situaciones provocan más impresión de vacío, casi de soledad. Parece que no sólo la carroza de Cenicienta sufre contratiempos a las 12, sino que es algo muy extendido ¡Una pena!


Para esta noche, nos tenían preparado un extenso set, donde visitaban su discografía reciente. Abrieron el set con “A Lucid Chaos”, épico y corto que resulta una perfecta intro para entrar en faena; siguiendo con “One Step Higher”, en la línea pero más mordiente. Ambos de su último trabajo, “Euphonic Entropy”. En los primeros 2 tercios de su actuación, caerían 3 más del mismo álbum, destacando “Otoi”; que al ser cantado en Euskera, tiene una carga sentimental extra.


Dedicaron una especial atención a “Dirge for the Archons”. De él destacamos: “Battle of Atlantis” y cómo no, “Invisible”, este último con cierto aroma a la incontestable diosa del género, Tarja, grande donde las haya y a la cual quisiera mostrar mis respetos desde aquí y mandar un fuerte abrazo ¡Gracias por existir! Volviendo al redil tras este pequeño momento de dispersión, continuamos con el set que se repartió entre “The Wanderer” y “Argia”, destacando, a nivel personal “Inner Force”. Los últimos 3 temas se reservaban para su celebrado “Dirge for the Archons”.


Defendieron un setlist sin tacha, pero a pesar de eso, no pude evitar terminar con una sensación que no es la que esperaba y que me turbó un tanto. El tono general de la actuación resultó un tanto plano. No existe ninguna duda acerca de la calidad de uno por uno, los músicos sobre el escenario. Eso lo hacía más extraño, pero sonó plano, faltó algo y no es que sonara mal, es que no había esa pasión, esa fuerza que espero cuando asisto a un concierto de Metal. Quizá fuera la hora, quizá fuera la falta de público, quizá ninguna de las dos cosas… Lo cierto es que; a pesar de no existir más problemas de sonido, que el desbarre por la ruptura del sonido del bajo durante dos temas, en los que atronó desmesuradamente; el set pasó como de puntillas, no impactó.

Para terminar, me gustaría agradecer a todas las bandas su presencia y su esfuerzo. Empezando por Bridge to Nowhere, porque la situación que atravesaron fue difícil y la superaron con sonrisas y buen rollo en el escenario. Eso se transmitió. Continuando con, Embersland, quienes creo que cerraron una noche redonda en la que brillaron con luz propia. Finalmente, Diabulus in Musica, que creo que por la razón que fuera no destaparon el tarro de las esencias y discretamente cabalgaron su setlist con algún que otro tropiezo con los sonidos más graves y los vientos.
Texto y fotografías: Juan Carlos López Aguilar.
