ANAL VOMIT + GOAT VOMIT NOISE + FALL OF SERAPHS + FIERCE CULT (Madrid, 20-10-2023, Sala Silikona)

Metidos de lleno en el otoño y tras una jornada de diluvio, el viernes 20 se presentaba desapacible pero estable. La lluvia daba un descanso, lo que mi cámara y yo agradecimos, ya que la vuelta al hogar no resultó pasada por agua. Sin embargo, un par de nubes decidieron pasar sin  ser invitadas, dentro de la sala Silikona, para dejar su huella a lo largo del concierto. Luego iremos a eso, recordármelo.

El evento organizado por Black Matter, como siempre, atractivo a más no poder, comenzaba pronto y con precisión suiza. Eran 4 bandas y no era cuestión de hacer noche allí. A las 19:30 arrancaban Fierce Cult. Venían a presentar “Where Humanity Ends”, su primer “larga duración”. Lo hicieron entre penumbras, exclusivamente rotas por unos led bajo el vocalista y un par de focos multicolores, uno de ellos orientado al público que resultaba algo molesto. Quedaba un escenario algo soso, las tempranas horas y la poca afluencia de público, bastante tímido, por cierto daban un aspecto desangelado a la reunión, creando un ambiente frío, que Fierce Cult, a pesar de los arduos esfuerzos, especialmente dirigidos por Koko, su frontman.

Lo intentaron todo. Se lo tomaron con humor y al final acabó aquello pareciendo más un monólogo humorístico que un concierto de Groove. Habló bastante Koko y lo hizo bien, pero ya una primera actuación (de cuatro) de 45’ hacía presagiar que esto acabaría tarde. Como decía, costó coger ritmo. Fue hacia el último tercio de concierto, estrenando tema, que aquello empezo a tomar cuerpo. Finalizaron tratando de conseguir que el público pidiera un bis, pero entre la pasividad del público y la proactividad del líder de la banda, se lo pidieron ellos mismos entre bromas y risas colectivas. El tema en cuestión, con un sonido más denso, lento y pesado, que a mí personalmente me enganchó más, pero era el momento de la despedida.

El turno era de los franceses Fall of Seraphs. Con algún problemilla de inicio, que consiguieron resolver con toda celeridad, empezaban a dar cera. Se notaba un cambio general. Ya había más gente y con menos timidez, se pegaban al escenario para no perder detalle de los manejos de estos chavales que llenaban el escenario, vale que es pequeño y ellos legión, bueno, 5, pero muy activos y a nivel musical también llenaban más el silencio con volumen y calidad. 

Desgranaron un setlist de 9 temas. se cayeron 2 temas y es que cuadrar para que toquen tantas bandas, no es fácil. Se tocaron 5 temas de su último larga duración, editado este mismo año, “From Dust to Creation”. El resto del repertorio lo completaron con “Vow of the Ancients”  de su anterior split “Incarnation of Torture”, “Kill All Empathy” de su primer trabajo “Destroyer of Worlds” y remataron la faena con una versión del tema de Deicide Children Of The Underworld”. Creo que les salió una actuación redondita, con espacio de lucimiento para todos y un cantante que, aparte de hacer su parte con extrema pulcritud y excelentes resultado, no paraba quieto un momento, gesticulando y ganándose la atención del público y nuestros objetivos. Cuando me quise dar cuenta, estábamos ya con Deicide. Se hizo, corto.

La noche se había, definitivamente, calentado, aunque la temperatura subiría hacia el final, cuando las nubes decidieron tomar protagonismo, pero ya llegaremos. Por favor,no os impacienteis. Salían a la palestra Goat Vomit Noise, banda italiana de la que tenía grandes referencia. No defraudaron. Desde el momento en que rasgaron la primera nota en la guitarra y una baqueta golpeaba el parche, el aluvión de oscuridad y brutalidad no descendió en intensidad ni un segundo. Sin despeinarse, especialmente Rick Pest por razones obvias, la banda descargó andanadas de un Black Metal con tintes Death que nos peinó a casi todos hacia atrás. A mí no, pero de nuevo, por razones obvias. Un pedazo de banda en formato de trío, lo que fuerza a ser muy dinámico y directo si quieres agradar; muy seria.

Salen a romper sin hacer concesiones, sin fisuras y que con 8 temas en su lista de seleccionadas para la gloria, esa noche me dejaron con hambre de mucho más. Repartieron la noche entre 4 temas de su último LP “Golgotha of the Underdogs”. El tema homónimo del disco, “Last Hours Under Morphine”,”The Silent Enslavement” y “Sun of What Will Not Be”. Cayeron “Sulphureous Death’s Glory” contenido en  “Hermetic Sulphureous Heretic«, “Silence of the Sniper” del álbum “Nihilist Front”, “Modern Age Extermination”  extraído de “Wrong Side Discipline”, para acabar con “Morbid Deviance” también de “Nihilist Front”. El público se mantuvo absorto en lo que se proyectaba desde el escenario y no sería sino a falta de un par de temas que empezó a haber movimiento en forma de “pogo”.

¡Llegaba el momento álgido! Con parroquia pero no apretados saltaban al terreno de juegos cabezas de cartel, Anal Vomit, la veterana banda peruana que cerraba el espectáculo. Se preveían movimientos sísmicos debajo del escenario y no fue para menos. Una de las actuaciones más accidentadas que recuerdo, pero es cierto que mi memoria no es la virtud que más me adorna. De inmediato, una locura colectiva se apoderó de los asistentes. Casi le desmontan el micro a Jano. Alguno arrastrado hasta casi la mesa de sonido. Menos mal que no son muchos metros, el micro que acabó haciendo de percha para la cazadora del susodicho que limpió el suelo con la espalda…

El mensaje lo dejaron claro, en sus intervenciones habladas, drogas y Metal y multiculturalidad ante las sustancias. El hecho de que el mosh tardara en montarse entre 30 y 50 segundos tras empezar la actuación y la intensidad mostrada, provocaron que me viniera a la cabeza el último show, presenciado en esta misma sala, por Masacre, esa bandaza colombiana de señores oscuros, que con su salvajemente brutal Death Metal, buen hacer a los instrumentos y discurso de unidad y camaradería universal, se ganaron mi corazón y mis oídos.

Las comparaciones son odiosas pero sólo me recordaron. Anal Vomit son, no se puede negar, lejendarios y dieron todo lo que tenían y lo que no. Tocaron de escándalo pero yo seguía añorando a Masacre. ya sabéis lo que le gusta jugar a la mente. El concierto se desarrollaba entretenido, frenético, brutal y ya cayendo por la cuesta abajo la primera de las nubes de las que os había hablado antes, una nube blanca, decidió deslizarse hasta el escenario precipitando sobre él. A pesar de su lividez, sentí que tendía un oscuro manto de distonía. El aguacero duró no más que el fogonazo de un relámpago. Con un ágil y pizpireto movimiento fueron retirados los efectos de chaparrón.

Ágil y pizpireto, pero poco elegante. Llamadme clasicorro, pero pienso que hasta en el más sucio y brutal underground se puede encontrar elegancia. Lo he visto muchas veces, pero no, esta noche, en la actuación de Anal Vomit. No quiero tocar las narices a nadie, ni dentro ni fuera del escenario, pero de un grupo con una carrera exitosa de ya, 30 años, por muy blackened que sea, esperaba una actitud menos pueril. Por otro lado, el espectáculo continuó, al delirante ritmo que ofreció el viernes y con la fuerza prodigiosa que desplegaron desde el primer momento, Anal Vomit. Así sería hasta el momento del último “chimpón”. De nuevo tuve la misma sensación de que me faltaban un par de temillas, pero era tarde, habían pasado por el escenario de la sala Silikona 4 bandas y era hora de que estos señores se fueran a descansar.

Cuando ya todo parecía finiquitado, apareció la segunda y olvidada nubecilla, traviesa y gris ¿Recordáis las nubecillas? no, no me patrocina ninguna marca de “toallitas higiénicas”, pero en este caso, la nube traía olor a tormenta. Había sido la comidilla durante la semana en redes y el mismo día en los comentarios entre cambio y cambio de equipo. Hablo de la cancelación de cierto concierto del gremio blackmetalero, sobre el cual no me voy a pronunciar porque no creo que me corresponda y porque tampoco dispongo de la información necesaria.

Bien, se dio la circunstancia de que implicados de ambas partes se dieron cita en el coso de la sala Silikona. Sí, como era de esperar, la tensión de iones positivos y negativos provocó la descarga de rayos, truenos y relámpagos. Nada violento, un intercambio agrio de palabras. Al paso de ésto, quisiera aprovechar para hacer un llamamiento a la responsabilidad, la cordialidad y la hermandad de quienes tantas y tantas veces nos encontramos en los mismos lugares de esparcimiento, disfrutando de una de las cosas que más nos llena el espíritu, la Música, por la que todos estamos aquí.

Unos, como público, olvidándose de sus vicisitudes cotidianas, reencontrándose con colegas… otros, como es mi caso, haciendo lo mismo y tratando de devolver un poquito de ese disfrute en forma de apoyo, promoción y difusión del underground y otros, haciendo posible que estas sesiones. Me refiero, por supuesto, a bandas, pero también a salas, promotores, productores, técnicos… que además de la ilusión y amor por el trabajo que realizan, invierten su prestigio y su dinero en hacer posible que cada noche de concierto sea una fiesta para todos. Hagamos con la música un mundo mejor que nos una y no que nos separe.

Texto y fotografías: Juan Carlos López Aguilar.

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