Crónica desde el frente: Aitana enmudece ante el Wizink Center.

Para, para, para, no quites todavía a Rock entre Amigos de los favoritos de tu buscador, no nos dejes de seguir en redes, no nos hemos vuelto locos,… todavía,… o sí, después de lo visto y vivido este pasado lunes en la capital del reino, tal vez sí, nos hemos vuelto locos,… o no, ya no sé muy bien que decirte,…

Locuras se hacen muchas, y las mayores, por amor, y cuando uno de los amores de tu vida, sangre de tu sangre, con la mirada todavía limpia de pecado y la bondad más pura en sus labios te dice, «Papá, Aitana va a anunciar gira en breve«, Papá vende su alma al mismísimo Jesucristo si es preciso y saca días de vacaciones (y pasta, de eso hablaremos más adelante) de debajo de las piedras para perpetuar la dulce sonrisa de su hija en su linda cara. Y punto, eso es así, seas blacker, gótico, metalcoreta o de Cuenca.

Resumiendo, la artista conocida popularmente como Aitana anunció que se embarcaba en una gira peninsular con varias fechas, repartidas por toda la geografía patria, y una de las fechas anunciadas era ni más ni menos que en el jodidamente gigantesco, te lo digo yo, Wizink Center madrileño. San Google me comenta que con el aforo a petar, más de 17.000 almas es capaz de albergar este monstruo arquitectónico, sobre las 15.000 me corrige mi hija que ha metido esta noche la catalana, y la fuente es más que fiable. Juguemos, ya que hemos tenido un espía infiltrado entre el bando enemigo por unas horas, a hacer una pequeña competición entre nuestra escena y el «odioso y apestoso mainstream popero-trapero-reguetonero-…ero». O una comparativa malintencionada entre nosotros, fieles seguidores de la única religión verdadera, el Metal, y el enemigo, a ver qué podemos aprender de los hábitos de nuestros desconocidos convecinos,…

Lo de que agotó las entradas para esta cita en escasos minutos vamos a dejarlo aparte, no vale, azucarillo, no había empezado todavía el partido,… Ni que haya tenido las pelotas de hacer lo propio con la segunda cita programada, viendo el éxito de la primera, en menos tiempo todavía,… Tu me dirás, pues los Maiden hacen tres cuartos de lo mismo, y en recintos mayores. Si, correcto, toda la razón, los Maiden, de Murcia de toda la vida, hacen los mismo,… Comparando, que es incomparable una escena con la otra, el producto patrio entre iguales, no me viene a la mente más que Marea, como el único grupo capaz de acercarse a hacer algo parecido, y ni de lejos. Como decíamos, ambas escenas son incomparables, pero a lo que quiero llegar es, habiendo vivido varias horas entre los miles de jóvenes, y no tan jóvenes, que llenaron el Wizink esa noche, es el por qué esos miles, o algún ciento menos, de personas no son capaces de acercarse a una sala, llenar un pabellón algo menor o incluso este mismo Wizink Center con una propuesta «de las nuestras». Porque sí, hubo tiempos en los que lo nuestro llenaba, lo petaba y los grandes auditorios se nos quedaban pequeños, incluso con el producto nacional, sin tener que tirar de exportación. Y por qué hoy no ocurre lo mismo?

La jornada empezó temprano, ya que, por lo visto, es un hábito entre esta extraña especie la de formar colas interminables horas, e incluso días, antes de la descarga de su artista preferido. Colas que tras sufrir (6 de noviembre, Madrid, brisilla heladora, culo en el frio suelo ya que las piernas necesitan un respiro,…), y tras lograr entender el sistema «clasista» de la venta de entradas (luego nos metemos a saco con esto, que igual no somos tan distintos), quién escribe no acaba de comprender, ya que las largas esperas se ven recompensadas con 5 o 6 metros, a lo sumo, de adelanto en una abarrotada pista. Si tienes entrada de grada, ya ni eso, porque tienes tu asiento numerado. Así pues, llego a la extraña conclusión para un metalero que el hecho de hacer interminables colas, sufriendo la ira de los elementos en ocasiones, es parte del ritual que estás extrañas criaturas conciben como parte del concierto. Que mirándolo con perspectiva, desde mi punto de vista de metalero, si al promotor de turno se le ocurre, llámame loco, en lugar de programar solamente el concierto del artista principal, meter además, yo que se, vuelve a llamarme loco, un telonero, abriendo puertas una hora antes, igual estaría sembrando para que floreciese la siguiente «Aitana»,… Si, es de locos, lo sé, con lo bien que nos va a nosotros, que cuando descarga una vaca sagrada, nos viene justo para llegar al inicio de su show, pasándonos por el forro a unos sufridos teloneros que han puesto esfuerzo, ganas y, en muchos casos, pasta, para que puedan ser ignorados a lo grande,… Nada, Aitana mía, olvida lo de los teloneros, ya te digo yo que no va a funcionar…

Otro aspecto que me llamó la atención, fue el uniforme de guerra. Según me ha comentado mi hija, para cada concierto de esta gira, la artista había dictaminado que la audiencia debería de ir toda de un mismo color. Azul en Barcelona, gris en Bilbao, verde en Sevilla,.. No se, esto es añadido mío, no tengo la relación correcta de ciudades y colores. Hoy tocaba violeta. Así, porque si. Pues mira tú por dónde, esa idea, que se nos han apropiado, aunque para nosotros es el negro el color oficial de todas las ciudades, sirve perfectamente para que, en el transporte público, camino del recital, estás extrañas criaturas se vengan localizando, poniéndose cara, estrechando vínculos con miradas cómplices y, en definitiva, haciendo tribu. Como decíamos, más o menos como hacemos nosotros cuando, de camino a cualquier sala, nos miramos furtivamente y entre sonrisas al localizar una camiseta negra con el logo de nuestro artista en el pecho de quién viaja frente a ti en el metro. Parece que el enemigo no es tan distinto a nosotros, mira tú por dónde,…

Antes hemos introducido el tema del clasismo en la distribución de las localidades. Quién más paga, y más rápida tiene su conexión a internet, añadiría yo, más cerca del escenario acaba, cargado de extras como pines, gorras y demás marchand, además de poder acceder a la prueba de sonido y tener la oportunidad de ser elegido para subir al escenario y participar en la coreografía de uno de los últimos temas del recital. El currante medio, o que se conecta a la wifi del vecino, grada y con suerte. No sé, este sería un tema a analizar por los grupos metaleros, un filón a explotar. Sacar un reducido número de entradas, llámale Vip, o «Golden Circle», a un precio superior al resto, y recompensarlas con una mayor cercanía al escenario, algún detalle de merchand, salir en los vídeos oficiales de la banda en Youtube,… No sé, idea todo loca, pero igual llega a funcionar en el metal, no? Joder, cuanto más avanza está crónica, más miedo me está entrando viendo lo que está saliendo reflejado,…

Otro de los aspectos que me llamó la atención de esta rara especie que estamos analizando es el hecho de que las crías, los ejemplares más jóvenes, son los que arrastran a los más ancianos al espectáculo. Les arrastran y les hacen partícipes del mismo, dejándose estos ejemplares adultos llevar con gusto, quizás así rememorando sus años mozos de locuras por y para la música. Y aquí me pregunto: cuando dejó el Rock o el Metal de atraer a alguno de esos ejemplares adultos (por probabilidad, alguno de ellos debió de escuchar rock en su juventud), para que se vean en la necesidad de tener que tirar de nuevos e imberbes ídolos que suplan esa carencia que nuestro rollo no les supo llenar? Es más, añadiría, como es posible que, en más de una ocasión, sean esos ejemplares adultos los que demuestren más emoción incluso que los pequeños cachorros ante la celebración del evento (soltando ingente cantidad de pasta, por ejemplo, con la excusa de que «es por los niños»)?

Llegamos al punto del análisis del merchandising, y tenemos que separarlo en dos ramas: el oficial y el que podríamos llamar «underground». Curiosos este fenómeno, nuevo para un servidor, que consiste en el hecho de que chaval@s, que fácilmente también asistían al concierto, habían preparado diversos artículos de merchand, todos convenientemente relacionados con la artista principal de la noche, que vendían a puerta fría en las varias colas de espera, amenizando así la tarde y, porque no, recuperando su particular inversión en la adquisición de su entrada. El profesionalismo en este merchand «underground» llega al punto de haber ideado una línea de descuento según cantidad: una pulsera, 2€, dos pulseras, 3€. Grande el sentido del marketing patrio, estas nuevas generaciones sacarán al país del bache económico en breve!!!. Sobre el merchand oficial, ya venía yo afilando colmillos y con ganas de comentar los abusos y los precios usureros, pero me la tengo que envainar. Camisetas a 25€, gorras sobre los 10-15€, vinilos que no llegaban a 30€ (joder, se nos han apropiado también del formato vinilo esta gente?!). Poca diferencia con lo que podemos encontrar en un concierto de nuestra cuerda, lo que no sé si es un alago hacia un lado, o un toque de atención por los niveles a los que hemos llegado para el otro,…

Acabando con el tema de las largas colas previas, que está quedando un artículo algo pesado, destacar que no se trata de jóvenes descerebrados menores de edad con las hormonas disparadas solamente. Haberlos, los hay, como en todo sector musical que se precie.  Analizando las edades, entre este sector de hormonas con patas y sus sufridos progenitores, vi un segmento de asistentes, una cantidad nada desdeñable, de treintañer@s a los que, ni en su día ni hoy mismo, el Rock ni el Metal fue capaz de atraer. Por qué? Ni idea, ahí habría un punto a analizar, tanto histórica como estilísticamente, qué era lo que sonaba en nuestro royo cuando está generación tenía que haber sido ganada para la causa, qué falla hoy en día para no saber o querer reconquistarlos,… Ahí hay debate, temita para mirarnos a nuestro propio ombligo y ver que hicimos y/o estamos haciendo mal.

Como veo que esto se alarga, y el hecho de que el título de la entrada no es muy atrayente para el lector medio de REA, vamos a centrarnos en el último punto, el show en sí, y dejar de analizar los preliminares, porque, dicho sea de paso, estamos saliendo retratados en cada punto desarrollado.

Espectacular el recinto, al menos para alguien que nunca lo había visitado y, como dicen en mi pueblo, y perdón por anticipado a l@s ofendidit@s, «que bien se f@&la con buena p@&a»,… El montaje escénico, la producción y el show visual que lleva a amiga es para caerse de culo. 5 enormes pantallas led, iluminación a todo trapo y un sonidazo tremendo dejan pocas dudas de que la pasta invertida en la gira de la catalana es importante. Bailarines a granel, que por cierto, lo hacen realmente bien, todo muy vistoso, completan la puesta en escena perfecta, junto a la mencionada Aitana, para que los asistentes vivan una experiencia única. Bueno, única, única,… poca variación ha tenido el setlist durante toda su gira, me confirma mi informadora de cabecera. (Atención, me comunican por línea interna que ocurre lo mismo con nuestras bandas insignia, lo de la inmovilidad de su setlist durante sus giras,…) –Autonota, borrar esta parte, no nos interesa que el mundo descubra que los setlist de nuestras estrellas están a un golpe de click, con esto nos cargamos la magia del Rock. Joder, y además, otro punto en el que somos igualitos al enemigo,…

Aquí nos tenemos que poner serios, por aquí no podemos pasar los metaleros, y es que tengo que denunciar un intento de hurto, y además, de grandes dimensiones. Denunció ante las autoridades, y con 14.000 testigos de cargo (aunque dudo que muchos de ellos sepan de quién estamos hablando), que por parte de la señorita Aitana ha habido un intento de apropiarse indebidamente de la labor y buen hacer de dos de los nuestros, los señores Don Guillermo Guerrero, hacha de los sublimes Dry River, y de Don Matt de Vallejo (037, Ankara, multitud de grabaciones como músico de sesión para bandas «nuestras», y cuando digo «nuestras», es «nuestras», «nuestras blacks», «nuestras Death», «nuestras Heavy Metal»,…) Aquí ya nos tenemos que poner serios los metaleros, por aquí no podemos pasar. Una cosa es que nos roben el público, y otra, muy diferente, es que nos roben a nuestros músicos. Eso si que no, con lo bien cuidaditos que los tenemos, con ventas de discos en números récords y asistencias masivas a los conciertos menos mainstream, no entiendo porque nos tocan a dos de los grandes instrumentistas de nuestro rollo, la verdad. Que se busque otros está Aitana, tu, que estos son nuestros,… (Atención, nuevo comunicado por línea interna, me informan de que los casos de Guillermo y Matt no son únicos, que este último es habitual también de nombres como el de Mónica Naranjo, y que los instrumentistas de nuestro mundillo son los más cotizados por los grandes artistas mainstream por eso, por su maestría, saber hacer y dominio de sus instrumentos tanto técnica como compositivamente hablando. Y que tienen el mal hábito de comer todos los días, o al menos día si, día no, y que nuestras escena no alcanza siguiera a sufragar un sándwich mixto cada tres días,… )

No, ahora en serio, que la señorita Aitana, o quien lleve los mandos de su carrera musical, se haya fijado en dos maestros del instrumento como son Guillermo y Matt, a las pruebas y formación de cada uno me remito, echarle un ojo a sus redes y comprobar que de ambas van más que bien servidos, dice mucho de que nada, ni el más mínimo detalle de esta gira se deja al azar. La presencia de la guitarra, por ejemplo, durante el show fue más bien escaso, acostumbrado como estoy a shows donde es la reina indiscutible. Pero cuando tenía que aparecer, el que manda decidió que fuese, si no el mejor, sí uno de los más grandes, guitarristas de este pais el que estuviese sobre las tablas. Sin más, con pasta, chufletes. Y lo mismo tras las baquetas, cuando el ritmo discotequero daba una tregua y llegaba el momento de que una banda de verdad, de carne y hueso, tirase del carro, Matt era el faro al que seguir entre tanto vendaval de luces y flashes de neón. He de reconocer que la vista se me iba hacia la pareja, cuando ambos se encontraban en escena, y eso que la competencia visual, entre tanta sensualidad de la diva y tanto bailarín fibrado, era dura. Pero ver a dos fieras del instrumento, contenidos y cumpliendo con el papel que les han asignado, era para centrarse en ellos dos y olvidar el circo visual que rodeaba la escena.

Muchas cosas he dejado en el tintero, anotaciones y vivencias de un día extraño pero especial, sobre todo, por la compañía, pero el texto se está alargando excesivamente, la comunidad metalera no está quedando muy bien parada en él, me estoy dando cuenta, por lo que es el momento de tocar a retirada. Sí quería aclarar lo del título, Aitana enmudecida por el Wizink Center, y es que las 14.000 gargantas (13.999, lo siento, no sabía la letra de ningún tema al completo, algunos me sonaban, pero de ahí a conocer la letra entera,… pido perdón) habrían suplido a la catalana a la perfección si está hubiese necesitado ausentarse del escenario momentáneamente, qué se yo, a responder una llamada urgente de teléfono. LETRA A LETRA, PALABRA A PALABRA, JADEO A JADEO, el personal coreó en un gigantesco karaoke los temas de una niña (que es al final lo que es, una dulce chiquilla que ojalá no se vuelva mañana una muñeca rota más de esta cruel maquinaria sedienta de sangre nueva que es la industria musical) que en más de una ocasión no pudo reprimir las lagrimas de alegría, emoción y sensación de que la bestia creada por otros bajo su nombre se tornaba en ocasiones mastodóntica y difícil de manejar,… Suerte en el futuro a largo plazo, pequeña. Si, también coreamos todos a pleno pulmón los temas de unos Maiden cuando se dejan caer por la península, pero se da la paradoja de que tus Maiden llevan sobre las tablas mas años que la bibliotecaria de tu pueblo en su puesto (en ambos casos, por falta de relevo generacional), y la moceta lleva en esto de la música seis añitos de nada, y con la peña a sus pies, conociendo de pe a pa todas sus canciones,… Si, amparémonos si queremos en la pasta que hay detrás de estos artistas, en el bombardeo constante de su música por todos los medios imaginables y en todo el saco de escusas que hemos estado llenando mientras acababas de leer esta reseña; pero, cuando ya no queden vacas sagradas a las que seguir ordeñando, y estemos limpiándonos los dientes con los huesos de los jóvenes terneros que ayer dejemos morir de hambre, no vengamos llorando por la muerte de una música que nosotros mismos ayudemos a matar.

Hasta aquí la reseña de un concierto en el que lo mejor fue su voz, la emoción que transmitía y su adorable cara de felicidad una vez acabado el mismo. El sueño de una dulce niña cumplido con creces en una noche que tardará mucho tiempo en olvidar, aunque en el futuro vuelva a revivirlo una y mil veces, porque ella lo merece, por su tesón y por su grandeza como persona. El sueño de una niña, MI HIJA, hecho realidad.

A ti, Aitana, corazón, mucha suerte y disfruta de tu momento, porque todo artista lo merece, y aunque no converjamos en gustos, si lo hacemos en el amor por la música. Ve con cuidado, niña, que la maquinaria musical es traicionera y está habida de sangre fresca. Agárrate a los 14.000 y vuela cuando veas a la bestia saltar.

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