Crónica del concierto de Undead en Vigo. (Zalomon Grass vs Undead: la decisión del Solo.)

Texto, gilipolleces, y lo que vienen siendo fotos por Elsolodeltransyl.

Sold-out, con la venta anticipada. Ni una entrada quedó para la taquilla del sábado 8/6/24 en La fábrica de chocolate. En cartel, una banda de chavales pirados por el rock’n’roll, como ellos se definen, de nombre The Blow up´s, que abrían la sesión para Zalomon Grass.


Llegué a La Fabrica tarde, 22.15h y The Blow Up´s se despedían dando paso a «los magníficos (o los maravillosos no recuerdo las palabras exactas) Zalomon Grass«. Enseñé mi entrada en taquilla, que había comprado dos meses antes en Discos Elepé, y varias eran las ideas que rondaban en mi cabeza. Una de ellas es que ultimamente hay un repunte de COVID que estoy viviendo en primera fila, como personal sanitario que soy, y que viví en primera fila durante la pandemia, porque acordaros que supermercados y farmacias éramos los que estábamos al pie del cañón abiertos y dando, en mi caso como farmaceútico, un servicio excepcional y extraordinario, comparándolo con el que hacían los centros de salud. Por si no lo recordáis, o no vivisteis la experiencia de ir a un centro de salud, la atención era telefónica, y como tuvieras la «descabellada idea» de ir a urgencias, saltaban las alarmas al celador de turno y mínimo te trataban como un puto alienígena.

He de decir que yo durante esa época no tuve «miedo» al virus, pero sí que tuve picos de estrés y de ansiedad elevados, por la sobrecarga de trabajo. Escupido esto, daré mi opinión de Fernando Simón más tarde, el aforo de La Fábrica estaba como preveía: saturado. Para llegar a primera fila, tuve que buscarme la vida empujando a la peña (no será la primera ni la última vez que lo haga) hasta que lo conseguí. Ubicado a dos palmos del escenario, no me encontraba cómodo. Que no os confunda mi reflexión previa, y que me entrase una paranoia de «ohhh, este puede ser un foco de contagio etc etc». No. No estaba cómodo porque, a pesar de que había aire acondicionado, el espacio físico que tenía era reducido. Tampoco estaba como un tranchete. Pero entendedme, después de más de 12h de turno de trabajo (ese convenio colectivo tenemos que cambiarlo algún día) atendiendo al personal, necesitaba espacio. Así que a pesar de lo mucho que me gustan Zalomon Grass, y su álbum “Space Ópera» (a los que os cunda el rock de los setenta os recomiedo encarecidamete que escuchéis esta banda) decidí irme de la Fábrica, en el segundo tema y no ver el resto del concierto.

La crónica podría terminar aquí…pero no. Como culo inquieto que soy, tenía plan b, avalado por el consejo de Maro Black, compañera de REA, que me paso video de una banda junto a las palabras «hoy por tu tierra bolazo, tío». Maro se refería al concierto que daban en el Transyl, Undead y Amenaza. Con la proximidad de época de los festivales, en mi cabeza dibujé una suerte de Desert Stage con Zalomon Grass para caminar hacia el Ritual Stage del Transyl. A saber para los que no conocéis Vigo (no vengáis a Vigo en Navidades) la distancia de La fábrica al Transyl es de 40 metros. Es mayor la distancia que recorremos en el Resu del Desert al Main Stage (por cierto, previa del Resu, a tres manos aquí).

No había nadie en taquilla en el Transyl…confieso que tenía intención de pagar, pero una fuente cercana al Transyl me invitó a pasar. Agradecido por este detalle, y mientras Undead montaban equipo para su bolo, me acerqué a la barra donde Jorge, dueño del Transyl, puso dos chupitos vacíos encima de la barra. Cada vez que hace este gesto, yo me llevo las manos a la cara. Malas experiencias he tenido con los chupitos, pero eso es otra historia. Esta vez tocó agua de valencia, que bajó peligrosamente bien. Le volví a agradecer el gesto, le pedí una milnueve, y me moví por la sala, donde reinaba espacio suficiente para ver a Undead tranquilamente. Si bien al principio me dio la sensación de que éramos pocos, en medio de un tema vi para atrás y seríamos casi media entrada.

Tras mi gatillazo con Zalomon Grass, el bolo de Undead era lo que mi cuerpo, y mi olla necesitaba. Death Metal puro y duro. Aunque se me hizo corto el concierto, sonaron de la hostia. Con una energía y unas ganas en el escenario que, a pesar de la casi media entrada que hubo, dejó muy buen sabor de boca entre los asistentes.

Pocas veces veo a un batería EN SALA (el dato igual os puede parecer irrelevante) levantarse del asiento para tocar los platillos, no porque no fuese a llegar, sino porque se lo pedía el cuerpo y se lo pedía el tema. Esto os puede parecer una gilipollez, a mí como espectador, me mola verlo. Le da más espectacularidad al show. Si los guitarristas pueden hacer posturitas y demás gilipolleces, bravo por los baterías, que están allí atrás, a veces apenas se les ve, están como medio marginados, y se dan el lujo de aportar visualmente de esa manera.

No puedo hablar del setlist, porque no conocía a Undead hasta unos días antes, y tras el consejo de Maro, me los puse el mismo sábado de fondo currando, por si en La Fábrica me daba la pájara, como así fue, podía tener plan B en el Transyl. Y ahí, en la farmacia, vendiendo otra vez tests covid y mascarillas, me entró el gusanillo. Mi cabeza empezaba a pergeñar posibilidades. “La Fabrica va estar petada…hay mucho Covid…no vas a estar a gusto…a Zalomon los puedes ver en cualquier otro momento…nadie te va a echar de menos en La Fábrica si no vas…en el Transyl vas a estar a tu aire…Undead te van a molar…el Covid esta en todas partes…Fernando Simón es gilipollas…nadie te va echar de menos en el Transyl si no vas…no vayas a ninguno, y vete para casa a ver el Mundial de Atletismo en Teledeporte”. Una maravilla mi olla.

Hechas las alabanzas al batería, también me moló su cantante y guitarrista, animando al personal como si fuésemos mil los que estábamos allí. Esa es la actitud. Y el resto de la banda, muy dinámicos en conjunto, moviéndose por el escenario, cómplices entre ellos, nada impostados, disfrutando en el escenario. Y es que si de algo pecan, creo, las bandas de black/death metal, es de esa ley no escrita de lo estático. Cada uno puesto en su sitio, con cara gélida, de pocos amigos y durante todo el bolo, que nadie ose moverse, porque tengo TOC y me gusta este micro y este lado del escenario.

Finiquitado su concierto, el público pedíamos bises, nos quedamos con ganas de más, porque sí, porque Undead se marcaron un bolo de puta madre.

De Amenaza puedo decir que los había visto el año pasado, como Amenaza de Muerte, y me habían molado la hostia. Se piró el único miembro fundador que quedaba, y simplificaron el nombre a Amenaza. Cuando entré en el Transyl, mientras Jorge me servía ese chupito de agua de valencia, me dijo que se habían marcado un bolazo cojonudo.

Terminaría mi jornada hablando en el mercadillo con peña de Amenaza y de Undead (disco y camiseta por Bizum para que me pongáis cara si leeis esto) sentado en un taburete, porque evidentemente estaba cansado, pero contento, de no haberme ido a casa a ver el Mundial de Atletismo de Roma en Teledeporte.

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