Crónica RADEMENT + ERGUM + LEY RUMANA (02.05.2025 sala La Trinchera, Madrid)

Por Sammael F. H.

2 de Mayo del 2025, 217 años después de aquel día en el que el pueblo español, defendiendo su propia determinación ante un invasor de corte imperialista, cargara y arremetiera contra las tropas napoleónicas en numerosos rincones de la Comunidad de Madrid. Uno de dichos rincones fue el barrio de Vallecas, desde siempre un ejemplo claro de combatividad y resistencia ante todo cultural para con su pueblo y quienes realmente conforman y dan fuerza a este propio país. Por mucho que según que personajes envilezcan dicho termino, haciendo uso de expresiones que emponzoñan y deforman esa realidad.

Ese mismo día, en ese mismo barrio, mas concretamente en el Mercado de Nueva Numancia, Quintessence Metal Club hizo gala de uno más de sus míticos y potentes eventos, conformado esta vez en la compacta y cálida sala La Trinchera. Haciendo honor real a dicho nombre tan apropiado. La cita esta vez conformaba y aunaba fuerzas de 3 índoles distintas bajo un mismo lugar, amalgamando poderes que, concentrados, cubrían todo espectro posible. Los primeros serían aquellos representando fuerzas más terrenales, más de a pie de calle, Ley Rumana. Brindando su “Ludaocore” tal y como ellos llaman. Después, encarnando fuerzas intra-terrenales, subterráneas, Ergum. Blandiendo un afilado y letal Death/Thrash Metal sin titubeo. Y como colofón final, manifestando fuerzas supra-terrenales de índole cósmica, Radement. Trayendo un Death Metal proveniente de fronteras tan lejanas como los confines del universo.


El parentesco para con lo narrado al principio no se quedó en la propia efeméride, no. La plaza del Mercado de Nueva Numancia, la Avenida de la Albufera y alrededores parecían el escenario de una batalla campal debido a la enorme concentración de gente presente. E incluso policía, que cortó por completo el acceso al trafico de la calle Payaso Fofó (baste esto de pista para lo que narraré a continuación). El motivo quedó claro en cuanto se vio que, la inmensa mayoría de los presentes, lucían bufandas y camisetas blanqui-rojas. El Rayo jugaba en su casa, su estadio, y eso hizo que TODA su afición se concentrase en las zonas aledañas previo al partido. Eso no restó en absoluto el nivel de caos vivido, hasta el punto de colarse humo y aroma a pólvora proveniente de pirotecnia usada por dicha afición en la plaza.

Apresurándonos para con nuestra cita, la que a mi, a nuestros queridos “sospechosos habituales”, y a vosotros lectores quizá más os interese saber. Nos concentramos en lo que sería nuestra Trinchera ante dicha situación cuasi-belica en zafarrancho de combate total a eso de las 20:00 hora zulú. La mayor incógnita estaba precisamente en el show de apertura, y no fue para menos. Ley Rumana arrancó en pie de guerra y con auténticas ganas de combate. Hasta el punto de que su saludo inicial fue más digno de la apertura de un combate de la UFC que de un concierto, por muy extremo que sea. Evidentemente eso creó un espacio vacío que compactó aún más a los presentes en la propia sala, aunque con el tiempo fueron más los valientes que se atrevieron a entrar en tierra de nadie. Combatiendo en incesantes pogos de los que tanto el cantante como uno de los guitarristas, hacha en ristre, no perdieron detalle alguno.

Musicalmente puedo comentar que su “Ludaocore”, fuera ya del aspecto critico-humorístico del que hacen gala, es una mezcla bastante curiosa de diversos géneros “-core” con un resultado muy peleón. Bebiendo de todos aquellos géneros que calan tan hondo en los movimientos metaleros extremos del gusto de la mayoría de los iniciados más noveles a día de hoy. Y que cae de una manera que sin duda no deja a nadie indiferente. Dentro de dicha receta fuerte cabe destacar la parte técnica aportada por la 2ª guitarra y, ante todo, la batería. Ambos hicieron alarde de un saber hacer más que competente. Hasta el punto en que podríamos decir que la banda en si era como una criatura de dos caras. Extraño y violento ser que, de alguna manera, conseguía encajar la polaridad de dichas partes en un solo conjunto con cierta solidez para sorpresa de muchos. No voy a engañar a nadie, el show no fue del gusto de todos y, la verdad, hubo bastantes momentos que dejaron confuso a más de uno y de dos. Aún así Ley Rumana consiguió lo que quería, armar un tremendo estruendo y quemar pura adrenalina de principio a fin. Probando en las tablas que son pura agresividad sin concesión alguna.

A pesar de todo y como ya dije antes, buena parte del público seguía frío. A pesar de la potencia, tanto audial como física mostrada, no entró en calor. Quizá el motivo más razonable era el hecho de que estaba ávido de Death Metal, tan oscuro como visceral. Y es justo en esa coyuntura, con un vacío tan amplio por llenar, cuando Ergum saltó al escenario. La receta, esta vez sí, era la esperada por la audiencia, Death Metal tan trallero y potente como siniestro y putrefacto, aderezado con toques de otros géneros extremos como Thrash y Black entre otros. Felipe, Jesús, Edward, Dante y Raúl Guevara son auténticos especialistas a la hora de plasmar un desolador paisaje en el que la ruina y la caos absoluto son reyes. En incisiones tan directas y precisas como las realizadas por un cirujano demente con un escalpelo, cortando tanto lo sano como lo que no es. En busca tan solo del liquido vital, la más pura esencia, proveyendo el máximo dolor en el proceso.

Y es que las oscuras paredes de La Trinchera se pintaron de rojo vivo, sí. Sea en referencia a la sangre escupida a través de cada uno de los intensísimos temas, o a la lava candente que despertaron desde las mismas profundidades de la tierra. Todo en un set completísimo de 18 temas. 7 de los cuales adelantan su siguiente trabajo, cuyo ascenso desde el mismo averno se torna cada vez más y más inminente. Intercalados con otros mas conocidos de su incombustible Dokhma y, alguno que se remonta aún mas lejos como “Debe Morir”, cuyo origen se encuentra en aquella lejana demo bajo el titulo de La Mugre. Cafrerío del bueno que, está vez sí, contó con el beneplácito total de los asistentes. Duplicando alegremente el número de los parroquianos que permanecieron a lo largo de la misa negra de devastación que Ergum proclamaba.

Tras la brutal ofrenda de Ergum, ya establecidos en tierra firme tras semejante experiencia cavernosa, aún quedaba mas mandanga por delante. No tuvimos mucho tiempo para prepararnos, cuando Radement, sin cuenta atrás previa, nos propulsó directamente hacia las profundidades del cosmos aún desconocido. Así mismo La Trinchera pasó a ser nuestro propio crucero intergaláctico y los asistentes, que conformaban el aforo casi al completo, la tripulación de a bordo del mismo. El objetivo de la misión fue alcanzar y comprender de primera mano los entresijos de todo aquello que esta fuera de nuestro propio control. Auténticas revelaciones astrales que anunciaban verdades universales, tan reales como oscuras, bajo las cuales rige por completo el universo en conjunto.


Y dichas revelaciones, traídas de la mano de Schizo, Aaron Taake, Leidan y Billy Bjørn capitaneando en perfecta sincronía, abarcaron todo tinte posible. Tan abyectas y nefastas como las proclamadas en la 1ª mitad de set de Radement, que supuso una presentación de lujo de su próximo LP Beneath the Ruins of IO. Empezando por un “Deprived of Light” que arrancó con una fuerza capaz de llevarnos de cara a una civilización tan atroz como lejana. Alejándonos por completo de la Vía Láctea. Y dicha explosión de energía siguió con más cortes como “Rivers of Flames” y “Astral Prison”, que sin perder fuerza ni contundencia dieron paso al monumental tema homónimo de dicho nuevo álbum. De manera tan natural, el 2º acto conecto con un interludio, como si un ensamiento se ahogase en su propio letargo, a lo que supuso un repaso intensivo a su atemporal Elation of Dysmorphia, que sin perder brutalidad ni energía nos fué devolviendo a nuestra tierra, marcando una paleta mas colorida tal y como es la re-entrada de cualquier cuerpo a través de las distintas capas de la atmósfera. Tan candente y abrasivo al mismo tiempo.

A la salida de nuestra Trinchera, nuestro refugio. Desde donde pasamos de la crudeza callejera procediendo poco después a nuestro particular descenso al infierno para, a partir de ahi, ascender hacia profundidades cósmicas. Todo para luego caer con la fuerza de un meteorito arrasando la existencia humana como la conocíamos. Parecía que las profecías narradas a través de las letras de cada una de las bandas asistentes de dicha descarga se habían materializado por completo. Atrás quedó en cierta manera el caos, cuasi bélico, con el que se entró. Siendo reemplazado por otro tipo de caos servido entre alcoholes. De índole mas nocturna y demoníaca que el caos inicial, pero mucho mas agradable y disfrutable a titulo personal en comparación. Independientemente de según quienes tilden dicho segundo caos como “decadente” y “pernicioso” mientras hacen oídos sordos o, peor aun si me preguntáis, se involucran de lleno en el primero. Una verdad universal es sin duda dejar disfrutar pues todo es cultura enfocado bajo esa misma lente. Y es la hipocresía y la falta de visión, siendo empañada por los prejuicios un arma de doble filo que acaba haciendo mas daño al que la empuña a la larga.

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