Por Carlos Citoler
«Dale tú a la bio de Ouija, anda,…»
Casi nada, cabronaz@s, casi nada,…

PASIÓN POR EL RUIDO: «Seguimos, grabando y ensayando, después de 30 años porque realmente amamos esta música.»
No por el hecho de que no haya nada que contar, treinta años dan para mucho, datos reseñables que harían las delicias de los más académicos, oscuridades ocultas que es mejor no vean la luz, por el bien de todos. Tampoco por desconocimiento de la banda, a mucha honra enarbolo la proclama de que he nacido en territorio Ouija, bandera que los oriundos de la zona deberíamos alzar más a menudo, sobre todo los que nos colgamos la medalla de Defensores del Metal.
De las cenizas de Levial, siempre buscando dar un paso más hacia el abismo extremo, Baret, Dany, Férriz, Map y Midgard empezaron a convertirse en sus correrías por las calles de Monzón, a cobijo del imponente y enigmático castillo templario que corona la silueta de la ciudad oscense, en polichinelas manejadas al antojo de los oscuros efluvios que la misteriosa mole de piedras e historia oculta empezaba a emanar tras siglos de silencio. La alquimia surgida entre afilados riffs, oscuras letras y atmósferas opresivas, moldeada por aquellos cinco chavales, no era más que el grotesco grito silenciado durante siglos de un castillo que esconde algo más que coronamientos de niños-rey y encomiendas malditas,…

Sacarse de la manga la bio de la banda pionera en plasmar en físico en territorio patrio la oscuridad y maldad que traía una música parida en lejanos y fríos bosques norteños debería de ser de lo más cómodo, si no fuese por el hecho de que, a opinión de este inculto junta-letras, a Ouija nunca se le ha reconocido suficientemente este hecho.
No es casualidad el juego de colores de la portada de este trabajo debut, Riding into the Funeral Paths, combinando el negro efluvio que comenzaba a emanar de su oscuro castillo templario, materializado en los cuatro funestos jinetes, junto al azul de las aguas del Cinca, rio que bordea la medio cinqueña ciudad de Monzón, cuna de Ouija. La banda era plenamente consciente de que fuerzas ancestrales, demasiado tiempo acalladas, empezaban a tomar forma en su música. Oscuras y olvidadas leyendas, la furia de una maltratada y infravalorada naturaleza, a la que creemos estar moldeando a nuestro antojo, dormida a la espera de que su cólera despierte. El demoníaco inicio de When The Sun Shall Die abría la Caja de Pandora de la destrucción total, y ya no había vuelta atrás,…
Tras su debut, el vacío más frío. El trabajo de continuación perdido, el gélido letargo, la vida real de unos músicos alejados de todo el cartón piedra que envuelve hoy en día al mundo musical, incluso en un género tan extremo como en el que nos movemos.


HELLPRESS: «Somos muy honestos y comprometidos con nuestros principios, y no nos vendemos a modas pasajeras».
El fallido colapso del efecto 2000 trajo consigo la tabla de salvación de Spellcraft, tras la tormenta que parecía haberse llevado por delante a Ouija. Salvavidas que nutrió años más tarde el renacimiento de la banda, con miembros compartidos, de la mano de Adversary, y posteriormente, del blasfemo Ave Voluptatis Carnis. La bestia volvía a rugir, en un resurgir de nuevo maquinado desde las húmedas catacumbas del castillo templario. Pero una vez mas, la árida realidad de una tierra alejada de la artificial meca musical de este país, ajena a las falsas y vacías luces de neón que iluminan a los elegidos, volvía a dejar al monstruo en un nuevo letargo, herido pero no muero, al acecho y esperando el momento perfecto para alzar de nuevo su aterrador rugido,…
PASIÓN POR EL RUIDO: «Nos hemos hecho mayores, algo más responsables, supongo, y con el paso del tiempo ves todo diferente. Pero seguimos teniendo la misma pasión y fascinación por lo que hacemos en Ouija».
…y con la llegada del demonio verde que paralizó esta nuestra civilización cogida con pinzas volvió a resurgir la bestia, de la mano de Selenophie Impia, oscuro, sangrante y directo como las garras del monstruo que, ahora sí, abandonaba definitivamente las catacumbas templarias y fluía ladera abajo para volver a sumir la escena de fría niebla. El zarpazo definitivo de una banda, plagada de nuevos miembros, sostenidos por los dos milenarios pilares que son Map y Midgard, inmunes al desaliento, se volvía a hacer oír, gritando al cielo maldito que este iba a ser su golpe maestro.
Desempolvando grabaciones antiguas, maquinando en silencio lo que sería su último trabajo hasta la fecha, el pétreo Fathomless Hysteros, el quinteto montisonense vuelve a ser otro de los platos fuertes de este Black Templar Extreme Metal Fest, su festival.


HELLPRESS: «Nacimos haciendo Black Metal y moriremos así».
Desde REA hemos querido rendir pleitesía y presentar un pequeño aperitivo de lo que podrá verse sobre las tablas el próximo 13 de Septiembre por parte de los locales Ouija, más de 30 años al pie de un Castillo que emana misterio y oscuridad, ocultismo y arcanos poderes, de los que el quinteto montisonense son el más firme altavoz. Para ello hemos tomado prestado declaraciones de la banda a diferentes medios amigos, porque, al igual que Ouija, entendemos que el underground se nutre del trabajo común y desinteresado para su supervivencia. Y Ouija son un claro ejemplo de ello.
«Dale tú a la bio de Ouija, anda,…»
Casi nada, cabronaz@s, casi nada,…

