Banda:GRUESOME Disco:Silent Echoes Sello:Relapse Año:2025

Por Scheitan

Cuando hablamos de GRUESOME, es inevitable que el «eco» de DEATH, y por consiguiente Chuck Schuldiner, resuene con fuerza. Formados en 2014, la gestación de Gruesome fue, en esencia, un tributo consciente y reverencial a las primeras etapas de Death, particularmente sobre discos pioneros como Scream Bloody Gore (1987) y Leprosy (1988). Con miembros curtidos como Matt Harvey (Exhumed), Daniel Gonzalez (Possessed), Gus Rios (Malevolent Creation) y Robin Mazen (Derketa), la banda rápidamente se estableció como la heredera de un sonido que muchos echamos de menos y que solemos ver malogrado, como es el OSDM de corte técnico inspirado en el horror.

Desde su debut honorificable Savage Land (2015), Gruesome fue tejiendo una discografía que, si bien ancla sus raíces firmemente en el legado de Death, ha sabido encontrar su propia voz dentro de esa admiración. Siguieron dos EPs enormes como Dimensions of Horror (2016) y Fragments of The Psyche (2017) hasta culminar con su segundo largo Twisted Prayers (2018). Aunque fue elogiado por muchos, entre los que me incluyo, por su meticuloso homenaje a Spiritual Healing (1990), no fue recibido con el mismo entusiasmo que su debut. Algunas críticas lo señalaron por ser demasiado predecible o por carecer de la crudeza de Savage Land. La banda dejó por aquel entonces las apestosas redes sociales y se presagiaba lo peor… Hasta que aquel 24 de mayo de 2024 vio publicado el single «Frailty» como aperitivo que presagiaba lo que estaba por venir. Que temazo jdr!

Con Silent Echoes, su tercer largo, como no, a través de Relapse, Gruesome se marca un poderoso regreso, consolidando su posición, atreviéndose a cosas más profundas tanto musical como conceptualmente, sacudiéndose (un poco) el sambenito de «tributo oficial». Si bien Gruesome siempre ha navegado por las aguas turbias del horror, la muerte y la locura, aquí el enfoque se vuelve más existencial. El disco explora la idea de los ecos que deja la vida; la memoria y la consciencia después del final, honrando así más el legado de Death, dedicándole un puñado de temazos en lugar de componer temas inspirados en la legendaria formación floridiana. Susurros de lo que fueron y la pena que ya no estén. Los ecos de un pasado que debemos evitar que desaparezcan. Esta idea dota al álbum de una atmósfera melancólica, emocionante y a la vez inquietante.

Musicalmente, Silent Echoes, muestra a unos Gruesome desarrollando una evolución sutil en cuanto a las estructuras de las canciones, algo más enrevesadas, con riffs más atrevidos y melódicos, sin perder un ápice de agresividad, pero con la misma precisión implacable. Es decir, más cercano a Human (1991). Si bien la influencia de Death es la más obvia, también se perciben los destellos de la gloria de las otras bandas pioneras del death metal de la costa Atlántica como Possessed, Atheist u Obituary. Cosas que no cambian; La voz de Matt Harvey sigue siendo inconfundible, a pesar del esfuerzo de rendir homenaje a Schuldiner, transmitiendo rabia y desolación a partes iguales. Desde los primeros acordes, el álbum te atrapa con «Condemned Identity», como claro ejemplo de la habilidad de Gruesome para construir atmósferas gracias a un riffaco pegadizo y ritmo despiadado combinado con cierta disonancia subyacente que te sumergen de inmediato en el concepto comentado del disco. En «A Darkened Window» la banda sabe bajar ligeramente de intensidad para transmitir esa opresión y desesperación, solazo incluido. O la comentada «Frailty», pasando por la regrabación de la magistral «Fragments of Psyche». O la homónima, con esos cambios de ritmo tan característicos como primigenios que producen el clímax instrumental a cualquier amante del Death Metal. Personalmente me quedo con «Shards» como joya del disco, ya que logra un equilibrio entre lo agresivo y lo emotivo con una fluidez espectacular. No obstante, el disco es disfrutable de cabo a rabo en cada uno de sus 8 cortes y sus 33 minutos.

Es imposible hablar de Silent Echoes sin reconocer la profunda admiración que Gruesome siente por aquellos que abrieron el camino. El disco está dedicado explícitamente a la memoria del inimitable Chuck Schuldiner, genio y alma de Death, y el formidable batería Sean Reinert, quien dejó su huella en bandas como los propios Death y Cynic. Esta dedicatoria no solo es un gesto de respeto, sino que refuerza la conexión intrínseca de Gruesome con la esencia y el espíritu de la era dorada del death metal americano, materializado en una llama que ellos mantienen viva con honor y maestría. En definitiva, Silent Echoes es una obra de ejecución impecable que, partiendo de una profunda admiración y respeto por sus raíces, logra crear algo con identidad propia. Gruesome demuestra que no son solo una banda tributo, sino capaces de tomar el testigo de una herencia gloriosa y moldearla con su propia visión. Un disco que me ha removido la misma tripa que Unicursal de Nocturnus AD el año pasado, y que te perseguirá mucho después de que los últimos «ecos» se hayan desvanecido. #AOTY

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