Crónica MARTHYRIUM + VOIDESCENT + ORTHODOXY (06-04-2024, Sala Silikona, Madrid)

El pasado sábado 6 de abril, The Empty Hall Studio en colaboración de Blackseed Productions, Bonfire Productions y Blackmatter Productions, organizaba el “Trivne of Darkness”, una cita  con la oscuridad más extrema, con el más diabólico Black Metal y el más ominoso Death Metal de esta península nuestra. Se reunían en la madrileña Sala Silikona tres de los nombres de referencia más brutales que se patean hoy en día los escenarios. De Valencia llegaba ORTHODOXY. De Sevilla, VOIDESCENT y de Ferrol, MARTHYRIUM.

Apresurado me acercaba a la Silikona, porque hay veces que Satanás y los astros se confabulan para convertir el transporte público en un procurador de “via crucis”. Ya por las inmediaciones iba reconociendo y saludando a devotos, devotas devotes habituales de este tipo de “akelarres” perpetrados, regularmente, en el susodicho “prado del macho cabrío” («akelarre», dicho de otra manera), que es esta sala. Así me aproximaba al lugar, así llegaban a mis oídos los últimos estertores de una prueba de sonido, preámbulo de lo que se nos venía encima.

No hubo tiempo para mucho porque a las 8 y cuarto se abrían las puertas y los feligreses fuimos entrando de a poquito. sólo cuarto de hora después, con modélica puntualidad, ORTHODOXY descerrajaba la intro de lo que iba a ser su setlist. En él repartieron temas de sus tres trabajos discográficos, alternando, más o menos, entre “Ater Ignis”, su último álbum y el anterior y primer larga duración “Novus Lux Dominus”. dejaron para el final “Threshold of Omnious Death” de su primer release “Shaarimoth”.

Esto fue lo que sonó, con las “intro” y “outro”, pero ¿Cómo sonó? Seguro que te estás haciendo esta pregunta… Pues bien, a mí la banda me gustó. Nunca los había visto en directo y me resultaron más que satisfactorios. Oscuros, muy oscuros, comenzaron en un registro lento, solemne, pesado, sólido, muy doom, con las labores individuales perfectamente ejecutadas y una labor colectiva, en la que éstas, empastaban a la perfección. Fueron agregando agresividad y velocidad para situarse más en frecuencias “deathmetaleras”, pero ese mausoleo de cadencia pesada iba y venía, haciendo entretenida la actuación.

Con una voz agónica, breakdowns, medios tiempos y múltiples cambios de ritmo. Con esa solemnidad de los muertos, con las disonancias… Te sientes zambulléndote en un pozo oscuro de dolor que te traspasa. Si bien la sala estaba un poco vacía durante la intro, alcanzó rápidamente una buena entrada que daba calor y color a lo que provenía del escenario. Público y banda conectaban. Con la outro instrumental finalizan su turno y dejan un magnífico sabor de boca. La pena es que la guitarra solista no se escuchó debidamente,  lo que nos privó de un concierto redondo, redondo.

A las 9:40 asaltaban las tablas los sevillanos VOIDESCENT. Cambiamos de tercio. Suena un Black propio de ser himno de las hordas de Satanás. Hemos subido la frecuencia de la batería. Las guitarras braman, chillan, con ese quejido frío y cortante mientras los parches se deforman una y otra vez bajo el castigo de las baquetas. La voz como salida de un inframundo, se retuerce, grita, se desgañita entre un caos sonoro que la envuelve y convierte en un reclamo a los más profundos infiernos ¡Vienen a no hacer prisioneros! El nivel de los músicos, es alto; el volumen es alto; los sonidos bajos, son altos; el bajista es alto…

VOIDESCENT nos ha traído esta noche un set basado en su último álbum “Dust and Embers”, profundo, siniestro, lóbrego, poderoso. Un omnipresente bajo atruena y deja su línea de tónicas como migas de pan fluorescentes, para que marquen el camino, mientras las guitarras rasgan el aire como garras. El sonido ha mejorado respecto al que acompañó a ORTHODOXY, pero en este caso, además, ha subido el volumen considerablemente, incluso diría que en demasía, tanto que mis oídos se resienten. Aún acodado en la barra, alejado del escenario, tomando notas, incomoda un tanto. Hacía tiempo que no me sucedía, olvidé los tapones y me arrepentí amargamente. Eso sí. La banda dió un soberbio espectáculo.

Llegamos a la recta final de la noche. resta por actuar MARTHYRIUM, que se aprestan, tras el cambio de escenario a iniciar su repertorio de hoy. Es su primera vez en la Capital y nos traen como ofrenda su segundo álbum, “Through the Spheres of Darkness”, que vió la luz en septiembre pasado. No dan un respiro. Desde que suena el primer acorde, el machaque es supremo. Un Black Metal con regusto a Death Metal (fusión arrolladora) comienza a ser tañido y además, el sonido esta vez ha mejorado sensiblemente respecto a las otras tres bandas. Es el momento de disfrutar, después de sacar algunas fotos para ilustrar estas palabras.

No hay espacio para las concesiones ni para artificios. Despliegan un Black Metal directo; cargado de disonancias; gritos espectrales, cargados de eco, de dolor, de sufrimiento. La batería es cronométrica, veloz, agresiva. Eleva nuestras pulsaciones que se sincronizan con cada golpe de baqueta hasta casi llegar al infarto, pero no, esto debe ser lo que llamamos estrés bueno, porque me gusta y me activa. Por si necesitaba alguna ayuda, el bajo está presente en todo momento. Ese sonido sordo, gordo, definitivo que impone la dictadura de la armonía, de la cadencia. Un compás audible como nunca y que deja su huella en nuestro recuerdo. En definitiva, una bandaza que es capaz de fusionar estilos con arte y sentido. Confío en volver a verlos pronto por estas tierras.

No os aburro más. Una noche fantástica, con bastante público que disfrutó y se llevó a sus respectivos cubiles un buen manojo de temas, bien interpretados, mejor sentidos y creo que muy apreciados por los parroquianos. Satisfechos éstos por regresar con los oídos repletos de diabólicos cánticos.

Texto y fotografías: Juan Carlos López Aguilar.

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