Crónica FORTALESA OPEN AIR 2024 (Hostalric 04.05.24)

Por Scheitan, Maro Black 666, Jimmy Escorpión, Nocturno y Sammael F.H. / Fotos de Maro Black 666

¡Seguid en posición! ¡Hacedles frente! ¡Hijos de Gondor y de Rohan! ¡Mis hermanos! Veo en vuestros ojos el mismo miedo que encogería mi propio corazón. Pudiera llegar el día en que el valor de los Hombres decayera, en que olvidáramos a nuestros compañeros y se rompieran los lazos de nuestra comunidad, pero hoy no es ese día… en que una hora de lobos y escudos rotos rubricaran la consumación de la Edad de los Hombres, ¡pero hoy no es ese día! ¡En este día lucharemos! ¡Por todo aquello que vuestro corazón ama de esta buena tierra os llamo a luchar!. Cuando me disponía a arrancar la crónica del Fortalesa Open Air, independientemente de como se desarrollase el evento, con la mítica arenga de Aragorn en la Puerta Negra, ya que resume perfectamente las complicaciones por las que atravesamos para sacar adelante el viaje organizado desde Madrid, con paradas en Zaragoza y Barcelona por QMC (cada uno sabe donde va su nombre en esta arenga), me entero de la muerte de Bernard Hill (DEP), y veo la necesidad de homenajearle adoptando su discurso de la carga de Rohirrim, ya que resume la epicidad oscura y emotiva de lo que alli íbamos a vivir. «Cabalgad hasta la desolación y el fin del mundo!» MUERTE! MUERTE! MUERTE!!»

El asalto a la Fortalesa, como decía, venía precedido de un buen madrugón para llegar a tiempo en bus desde Madrid, pero eso es otra historia que ocuparía demasiadas lineas en esta crónica. El caso es que llegábamos a la ya numerosa fila cuando arrancaban los primeros riffs de ESTERTOR con «Assimilating Flesh», temazo que abría su último trabajo Tales from the Ancient Grave, y tras un ágil proceso de acreditación nos plantábamos en lo alto de la Fortalesa para asimilar de un plumazo las sensaciones que nos iban a acompañar durante el primer tramo del festival. Sol, sonido limitado, organización magistral y un buen rollo muy especial con una parroquia ansiosa de metal extremo.

Shogoth, que haría doblete con OUIJA, y compañía, escupieron su macarrísmo thrasher primigenio ante unas 250 personas y daban la bienvenida a los valientes que se resistían a entrar en el interior de la Fortalesa a comprarse una gorra o pillar su primera bebida para combatir el punzante sol. Los catalanes cumplieron con creces con cada uno de los temas de «Tales…», pasando por un breve homenaje a Quorthon, con ofrenda incluida, y cerrando con su ya clásica cover del «Dawn of Eternity» de Massacre. Una pena no poder acaparar la atención de más público, ya que como bienvenida, la actuación estuvo más que a la altura, al menos calibrándolo según mis expectativas, hasta el nivel de grata sorpresa.

«No se reconoce tarjeta SD» rezaba el dispositivo de nuestra mejor cámara antes de que el reclamo local con los veteranos VIDRES A LA SANG saltase al escenario de la Fortalesa. Pero estábamos ante la típica jornada en la que ningún problema nos iba a chafar el encantamiento que se estaba produciendo en el increíble emplazamiento de Hostalric. La emoción por ver y oír al cuarteto de Terrassa celebrar el 20° aniversario de su debut homónimo, tocándolo por completo, era un reclamo ineludible. Sin duda fue la actuación más destacada del tramo de sol, por la carga emotiva, y por ver qué se mantienen en un estado de forma envidiable, mostrando un nivel técnico superlativo.

En lo sonoro, la cosa ganaba en potencia (ligeramente descontrolada en la mezcla en alguna fase, con unas guitarras especialmente abrasivas) pero persistía el problema de alcance por detrás del control de sonido. Un pequeño delay en mitad del recinto o algún bafle más en el array hubiese estado de lujo. Nimiedades en las que pensaba mientras no paraba de mover el cuello, especialmente en temarrales como «La Terra I Tu» o «El Nostre Silenci», coreadísimas y muy efectivas especialmente en las primeras filas como digo, llegando al zenit con «Els vents bufen a favor» del espectacular Set de Sang donde nos robaron el corazón. Todo un lujo de presenciar, y es que la tarde noche iba a estar cargada de momentos especiales y exclusivos que comenzaron precisamente con la buena actuación de VIDRES A LA SANG.

Llegaba el turno de la primera banda internacional. Los británicos ANTE INFERNO pisaban por primera vez nuestro país, y venían dispuestos a demostrar que pese a ser la banda con menor bagaje, tenian mucho black metal que mostrar a pesar de no encontrar las mejores condiciones para su apuesta atmosférica, a plena luz y ante un público que se había dispersado bastante.

Hicieron un repaso a sus dos largos, además de presentar algún tema inédito. Arrancaron bastante bien y potentes con la apertura de su debut «Fane» + «Oath», pero como decía, no era el mejor momento para los temas tan largos que suelen trabajar, con tantas ambientaciones y fases. La peña estaba a otras cosas y el sonido tampoco estaba acompañando. El cierre con la magistral «Fragments» me tocó medio imaginármelo. Algo injusto para ANTE INFERNO lo allí vivido, pero seguro que tienen ocasión de contagiar su apuesta un pelín más moderna de lo que se coció en la Fortalesa, consiguiendo que su propuesta densa e inmersiva cale como se merecen.

Hablaba de momentos especiales y exclusivos, como el que fue para Maro Black presenciar de nuevo una descarga de sus adorados EMPTY. Nadie mejor que ella para desgranar lo que fue la descarga de los maños:

El sol caía lentamente y las sombras ansiosas asomaban inquietas a través de los huecos de piedra de la fortaleza, pero aún no era el momento, les tocaba esperar… Con el sol aún arriba (aunque ya agonizante), un preludio funerario anticipaba la llegada de la oscuridad maña a los escenarios. Justo a su hora y a pesar de tocar bajo la luz del día, EMPTY transmitió su esencia moribunda con su corpsepaint espectral y con un setlist brutal que recorría su historia con sus temas más rápidos y salvajes. Tras la intro, nos sacudieron con «Regret from Nothing in Itself», tema que no ha conocido directos en más de 10 años… quizás sea por la próxima reedición del disco «The House of Funerary hymns» (2009) por Drakkar Productions… También disfrutamos de temazos como «Terrifying Lucidity of the Wakefulness» y » Born Under Sing a Moribund Star» del disco Ética Profana Negativa (2014). Quizás el momento de mayor euforia, corrió a cuenta de uno de sus temas más antiguos, «Arrival of the Sickeming One» que fueron a toda tralla empalmándolo con «Desease of Internal Light» («Omnia Amet Lorem»), acabando el espectáculo de oscuridad con un pepinazo que me flipa, «The Night Remains for Who Is» del disco Vacío.

Puedo decir sin duda alguna, que éste ha sido el directo de EMPTY más rápido y violento de los que he visto. Esta vez estuvieron apoyados por la batería de J.H. (Aversio Humanitatis) debido a que Khloros sufrió una leve lesión a última hora (¡esperamos que te recuperes pronto y bien tío!). No obstante, es digno de alabar que tras tres ensayos en dos semanas J.H. se preparó todos los temas, compenetrándose perfectamente con la banda, ¡olé tú!

El tema del sonido pues a ver, no estuvo mal, a veces iba y venía, perdiéndose algún sonido, pero a parte de los esfuerzos del técnico por ajustarlo todo al detalle, se levantó un viento importante que no ayudó nada a la acústica del lugar. Destacar además, que justo antes de comenzar a tocar, los decibelios del festival tuvieron que ser mermados ante la petición de la policía, que se presentó justo antes de que tocarán por las quejas de los vecinos. Y que más tarde, con la llegada de las bandas extranjeras, parecieron volver a sonar con la misma intensidad que al principio.

Por si no lo he repetido las veces suficientes, vuelvo a recalcar que el buen rollo y la hermandad fueron los protagonistas de este Fortalesa Open Air. Y en especial, el mostrado por el gran Midgard durante toda la jornada saludando y charlando con toda la peña (entre los que me incluyo, honor poder saludar al gran maestro) que quería mostrarle su respeto y admiración. Lo que representa Midgard y OUIJA para el black melódico en este país es capital y tocaba enfrentarme a mi primera vez ante tales mastodontes al no poder asistir el pasado año al Black Templar en su tierra, Monzón. Pero nadie mejor que la gran Maro Black para describir lo allí acontecido:

Después del funeral lóbrego de Empty y tras un brevísimo parón en el que apenas pudimos hidratarnos (o deshidratarnos, según se mire…), la maquinaria de la fortaleza no paraba, continuando la orgía de oscuridad con una banda también aragonesa y de orgullo patrio en lo que se refiere a nuestra historia más antigua de black metal. Desde el pirineo aragonés, tierras monzónicas y celebrado su 30 aniversario subían a las tablas OUIJA. El león Midgard y Map encabezando esta alineación perfecta donde Shogoth en el bajo volvía hacer doblete en el escenario (Estertor). Un repaso épico a su larga carrera con un setlist bien escogido para no dejar a nadie con la miel en los labios… Abrieron con su «Selenophile Impía» (2021) y continuaron escupiendo temas como «Bestia Negra», «Fathomless Hysteros», «I see you without eyes» de su último trabajo en largo lanzado en 2022 Fathomless Hysteros. También sonaron temas más antiguos como «Lord’s Prayer», «Adversary» y «The Serpent Call Me» del disco «Ave Voluptatis Carnis» (2013) y como no, unos clásicos omnipresentes que no podían faltar de su primer disco «Rising into The Funeral Paths» (de 1997 y que por cierto acaban de sacar en vinilo por Negra Nit distro), como «Crossing The Seven Gates» y «Unbriedled Transylvanian Passion», cerrando así su espectáculo de rabia y fuego. Cierto es que OUIJA te ofrecen muy pocos directos, es por ello que cuando tienes la oportunidad de disfrutarlos en vivo, la expectación y las ganas son mayores. Atmósferas oscuras con tintes violentos y melodías veloces, un león con garras de oro, Midgard dibujaba a lo alto de la fortaleza donde el sol terminaba de morir y una batería que marcaba los impulsos desenfrenados de la bestia de OUIJA.

Tuve la fortuna de verles tocar el año pasado en la primera edición del Black Templar (puedes leer la crónica completa aquí) y me pareció mucho más espectacular, quizás también por la ambientación de luces, era de noche y Midgard aparecía como una bestia entre la niebla. También la bajada de decibelios que comentaba con EMPTY puede que tuviera algo que ver también… Igualmente, Ouija no decepciona, es una formación legendaria que te saben transportar a esos años primitivos donde comenzabas a caminar (y patinar) entre las sombras de lo oculto.

Maro Black también nos resume la actuación tan especial y esperadísima de DARKENED NOCTURN SLAUGHTERCULT:

Cielo negro, un aire espeso cargaba el oxígeno (y no me refiero a los ya acumulados grados de alcohol) que respirábamos los 700 asistentes convocados a esta gran misa de oscuridad… expectantes y casi en silencio, esperábamos ansiosos la llegada de ella, la gran sacerdotisa, la bruja de sangre, la bestia del culto negro de matanza nocturno… DARKENED NOCTURN SLAUGHTERCULT. Cómo una terrorífica aparición, Onielar emergió imponente en el escenario ataviada con sus galas blancas espectrales que posteriormente bendeciría con el rojo sangre regurgitado de su boca. Corona ritual encima de un velo que insinuaba un semblante espeluznante, acompañada de tres bestias a los instrumentos R.K. al bajo, Velnias a la otra guitarra y a la animalada de baterista Horrn (imparable!), que poco más adelante, nos hechizarían y fagotizarían nuestras entrañas con esmero … así daba comienzo uno de los conciertos más anhelados de la noche. Un setlist atronador, salvaje, con una descarga impresionante de energía negra y roja puso en nuestra boca el sabor metálico de la hemoglobina, escupida por Onielar, metafórica y literalmente.

Tras una intro inquietante, abrieron con uno de sus últimos temas más recientes, «Mardom – Echo Zmory» siendo su segundo tema uno de los más antiguos «In the Lands of the Mountains of Trees» (2001). Nos sacudieron además con «A Beseechment Twofold» e «Imperishable Soulless Gown» también de su último disco «Mardom» (2019) siguiendo (aunque no en este orden estricto) con «In the Hue Of Night» (2013), «Malignant Deathcult» y «Bearer of Blackest Might» del Hora Nocturna (2006). Cómo colofón final y medio desnucados a estas alturas, decidieron darnos un cierre de órdago, con temas fuertes y añejos como el buen bourbon, «Spectral Runlets of Tulwod» y «Nocturnal March» (2004). Pensábamos que era el final, salpicada por la sangre de la sacerdotisa y flipándolo desde el foso como una quinceañera emocionada, empecé a escuchar los primeros acordes de un tema que me flipa y me eleva hasta el apogeo absoluto, el último tema que nos regalarían esa noche… «Das All-Eine». ¿Qué puedo decir de esta gran misa negra? Se me hizo muy corta y para mí fue una de las actuaciones más intensas y brutales del festival (y para gran parte de los asistentes con los que pude comentar la velada en el Fortalesa) y eso que la calidad del resto de bandas era muy alta y los shows que se marcaron fueron tremendos. Eso sí, cabe destacar que a estas horas el sonido era perfecto y con el volumen adecuado. Si además lo juntas con la magia de la oscuridad de la noche y con un ritual salpicado con sangre, hacen que la experiencia del puro, salvaje y arcano black metal sea completa.

Y llegaba el, para mí, plato fuerte de la noche y gran reclamo del asalto a la Fortalesa por mil motivos que no procede enumerar en esta crónica. Habíamos gozado de los padres del melodic black sueco nacional con OUIJA (con el padre del black patrio entre el público por cierto, el gran Volkhaar de Blazemth), y tocaba el turno a una de las puntas de lanza del subgénero junto a Naglfar y Dissection. SACRAMENTUM salía a escena, piel de gallina. El gran Jimmy Escorpión nos da buena cuenta de cómo lo vivió:

Me pide mi compadre César que comparta una reseña sobre la actuación de Sacramentum en el Fortalesa Open Air. Trato de disuadirle argumentando que mi estado de ebriedad a aquellas alturas de la velada me incapacita para emitir una valoración objetiva. Pero él insiste. Primero, porque sobrevalora mi criterio, incluso con las facultades mermadas. Segundo y sobre todo, porque sabe que estoy en deuda con él desde que aquella noche me metió en el foso para ver a la banda tocar, como si estuvieran en el salón de mi casa, uno de mis discos favoritos del género, sentado con mi cubata a los pies del escenario. Así que aquí me hallo tecleando, dando cumplimiento a su encargo y esperando haber condonado su crédito.

Ciertamente, Sacramentum había sido uno de mis principales motivos para comparecer en la noche de autos en la Fortaleza de Hostalric. Había muchos otros, incluso ajenos al cartel. Pero, como ya he dicho, soy de los que sienten que “Far Away from the Sun” es una obra maestra. ¿Copia de Dissection? Seguramente, pero qué importa cuando la copia está a la altura del original. Poco más ofreció la banda en su corta trayectoria que otros dos discos (quizás olvidables, seguro olvidados) antes de sumirse en un letargo de décadas afortunadamente interrumpido por su reciente e inesperado despertar. Hasta Hostalric, no habían visitado nuestro país en lo que va de siglo y en esa mágica jornada lo hacían con la promesa de tocar íntegramente su referida obra maestra. Además, en una fortaleza, como profetizaba su icónica portada, cuyo vinilo acaricié las jornadas previas con devoción fetichista. Creo que semejante desborde de emoción fue lo que me empujó a la barra desde horas tempranas, de modo que cuando empezaron los suecos parte de mi conciencia ya se había ido far away from the sun y concentraba mis esfuerzos en no orinarme por encima.

Sí recuerdo con nitidez que cuando la banda asomó al reducido escenario del festival mi primera sensación fue de decepción. No por el tamaño del escenario (eso ya me había decepcionado nada más aterrizar con Estertor, aunque intuyo que la organización enfrenta limitaciones logísticas insalvables para ampliarlo en una localización como es la Fortaleza…), sino más bien por descubrir que Nisse Karlén no iba a tocar el bajo, como sucede en el disco. He de decir que finalmente les dispenso de ese reproche por dos motivos. Por un lado, al liberarse las manos del instrumento, Nisse pudo ofrecer una embriagadora performance como frontman, acompañando todo el recital de hipnóticos movimientos de brazos, en una suerte de Gargamel (parecido razonable) invocando hechizos prohibidos, vertiendo sangre de un cáliz sobre sí mismo y luego untando a compañeros y público, con la mirada extasiada de malevolencia. Por otro lado, su sustituta a las cuatro cuerdas – Julia von Krusenstjerna, si mis pesquisas posteriores no fallan – realizó una labor solvente.

La gran crítica al concierto de Sacramentum, del que me consta que algunos no salieron entusiasmados, es que ni de lejos sonó el disco en directo como en estudio. Y eso a los más sobrios o a quienes lleven el monóculo puesto les puede contrariar enormemente. Como su compositor y guitarrista Anders Brolycke (gigante en Hostalric) explicaba en las liner notes de la reedición del disco de 2013, en su grabación fue apilando varias armonías de guitarras, unas encima de otras, de modo que, en la mayoría de las pistas, hay al menos dos guitarras haciendo armonías, además de la rítmica, reconociendo además que nada más salir del estudio eran conscientes de su incapacidad técnica para trasladar todo aquello al directo. A ello añadamos en el escenario la orfandad de teclados, de otros arreglos y de, en general, la envolvente producción que un fenómeno como Dan Swanö otorgó a aquel álbum (mucho se arrepintieron de no grabar con él los dos siguientes).

Pero yo no iba con el monóculo o, si lo llevaba, se me cayó con los chupitos, así que lo que mi alma ansiaba era sencillamente sumergirme en el microcosmos de aquel disco mágico de 1995 y disfrutar del hechizo. Y eso fue lo que viví esa noche de mayo, en el entorno perfecto para la ocasión, cuando desde las murallas habíamos constatado que la noche había sepultado los valles y colinas que nos rodeaban, brindando otra ronda con una compañía inmejorable y gozando de un sonido que, desde la precedente actuación de Darkened Nocturn Slaughtercult, había subido de categoría. Sonaron más desnudos que en el disco, es evidente, pero también por eso, al menos a mí, me sonaron auténticos y voluntariosos.

La cara A del disco la pasé en medio del público, cerca de las primeras filas. Con ellos bramé furiosamente aquello de “In the name of Satan blood shall be spilled”. Para la cara B, César me brindó la oportunidad de entrar en el foso y convertir momentos como los de “Obsolete Tears” o “Beyond All Horizons” en puro éxtasis. Terminé el concierto untado en la propia sangre que Nisse vertió de su cáliz, pleno de un gozo perverso y enormemente agradecido a mi compadre por aquel detalle, que con estas líneas he pretendido honrar.

Con el cuerpo todavía tembloroso y ensangrentado, además de ojos vidriosos, llegábamos al final de la velada en el escenario principal con la aparición de los descomunales NECROPHOBIC. Los genios suecos no se han bajado del barco del metal extremo en ningún momento durante sus 35 años de historia, sabiendo adaptarse como nadie al circo metálico sin traicionar su fórmula, especialmente tras el regreso de Strokirk durante esta última década. Ellos van a otro ritmo, sin nostalgia ni necesidad de provocar ningún tipo de trance entre el respetable, instalados en la dinámica disco-gira-disco-gira. Llegaban en el momento perfecto, ante un público que llevaba una mochila cargada de tiernas emociones y recuerdos, sabiendo que alguno de ellos se quedaría para siempre, y en el sitio perfecto. Había ganas de volver a disfrutar de los suecos sin pensar en nada más que vaciarse dejándose el cuello, la garganta y los brazos.

Probablemente para Ramstedt y los suyos, el paso por la Fortalesa dentro de la intensa gira recién iniciada presentando su décimo largo «In The Twilight Grey», tampoco será un concierto más, ya que no siempre van a encontrar un público tan a tono. Y no desaprovecharon la ocasión en absoluto, ofreciendo un setlist enérgico y contundente con el que vaciaron rápidamente el cargador de fogueo presentando tres temas del mencionado último disco, para acto seguido disparar una ráfaga letal, encadenando el ya himno «Darkside» con «Tsar Bomba» y «Revelation 666», demostrando quien reina en esto del blackened death metal.

Hiperprofesionales en todo momento gozaron del mejor sonido (y luces) del evento, transmitiendo un disfrute incontrolable, siendo recíproco por parte de los allí presentes, jóvenes y no tan jóvenes, que por fin meneaban la arena del pit de la Fortalesa. Y es que quizás no era la banda reclamo de la gran mayoría, pero si la guinda inmejorable para este festival, que moría en una noche memorable con «The Crossing» y la ancestral «The Nocturnal Silence». Apoteósico.

Cerraba el escenario principal y se activaba el interior de la Fortalesa en un tercer tiempo para valientes e imposibilitados a volver a sus casas por diversos temas logísticos. Momento en el que el gran Nocturno toma el relevo de esta crónica para narrar lo acontecido en las mazmorras de Hostalric:

Brillando plateada, cincelada en el diáfano y oscuro firmamento, la fina y delgadísima lágrima aplacaba y despedía el infernal caos desatado en el escenario principal por Necrophobic y, horas antes, por Darkened Nocturn Slaughtercult y Sacramentum, cerrando así con broche de oro la primera parte del Fortalesa Open Air. Las tropas que en el campo de batalla se congregaban, emprendieron la marcha, dispersándose victoriosas en la negra noche. Corrillos ociosos, mucha cerveza, voces animadas y rostros de júbilo se adivinaban en la negritud como si de una ancestral libación a los dioses Baco y Dionisos se tratara, y es que había que rendir homenaje a tan magnífico Festival. Y para hacerlo fácil, ahí estaban Reptilian Brewery y Heretic Herbs Liqueur. Varios de sus brebajes cayeron irremediablemente, en forma de Imperial Stout y de chupitos respectivamente.

Nos la prometíamos muy felices enfilando la sala interior de la Fortaleza, donde estuvieron a pleno rendimiento durante toda la jornada los stands de los sellos y distris especializados Negra Nit, Down With The Most High, Base Record Production y el merchan de las bandas junto con Svart Kaffe Apparel. Personalmente opino que este era (y es) el lugar ideal para las bandas, con su arquitectura interior abovedada ya que tiene mucho de “sótano”, tiene mucho de “Helvete”, posee ese aura que lo hace tan especial para poder desplegar todo tipo de rituales arcanos y oscuros. Pero una amenaza (¿el fantasma de la Pre-party del Burning Rock & Food?) sobrevolaba el ambiente recordándonos que la noche lamentablemente no iba a acabar siendo redonda. BARBARIAN SWORDS que debía vomitar su reciente y pútrido quinto trabajo, el colosal “Fetid”, para sorpresa de todos los presentes y tras varios intentos, no pudo tocar debido a problemas técnicos totalmente ajenos a la banda, lo cual indignó a su vocalista Von Päx que llevaba junto a su grupo más de 14 horas esperando para salir al escenario. Afortunadamente, podemos confirmar que estarán presentes en la próxima edición del Festival. Esperaremos impacientes para ser machacados a a ritmo de un siniestro, épico y hediondo blackened doom. Para aquellos que no quieran esperar un año, Barbarian Swords tocará el próximo 8 de Junio en Lleida junto con Bocc, Tort y Avern, ahí es nada, y en Monzón, Huesca, en el Black Templar Extreme Metal Fest el próximo 14 de septiembre.

La cosa no pintaba nada bien a esas altas horas de la madrugada y todo hacía presagiar que los bolos se acabarían cancelando, pero de pronto, en medio de todo ese desconcierto, un plot twist de última hora nos metió de nuevo en el partido pertrechándose una solución que permitió a NETÓN y a INVERNAL salvar la noche y de paso el Festival de una manera más que digna.

Netón, comandado por el guerrero Tagotis, asaltó el escenario con todo su arsenal de “metal barbárico” masacrando a todos los valientes allí congregados con su EP “Tierra Quemada”. La banda no defraudó, van a tiro fijo, con ellos ya sabes lo que va a ocurrir. Te van a llover palos por todos lados. Desde veloces y trepidantes riffs que se suceden uno tras otro a una sección rítmica totalmente desbocada pasando por un vocalista que te hiere de muerte con cada tema. El Decapitador Errante, la homónima Tierra Quemada, A la Sombra de Vaélico o Viriato, entre otras, fueron las estocadas. Salvaron un concierto más que digno a pesar de los mencionados problemas técnicos (ausencia de monitores) y haber tenido que buscar un guitarra rítmica in extremis ante la precipitada baja por circunstancias personales que impidió tocar en este día tan especial al guitarrista titular.

Y llegó el turno de Invernal. La admiración que profeso por esta banda va más allá de todo lo tangible, de todo lo inefable. Es la segunda vez que tengo la oportunidad de verlos en directo desde el ya lejano mes de septiembre de 2023 cuando tocaron en la Sala Zowie junto con los madrileños Aversio Humanitatis y los chilenos Sols Sistere. Lo de este trío es de otro mundo. El grupo formado por Holok (vocalista, guitarra) Mrak (bajo) y Viktortured (batería), fue desgranando varios de los temas del álbum, el memorable y una de las joyas más gloriosas del black metal nacional: “L.I.E.S.P.I.T.O.R.” (octubre de 2022). En cuanto pisaron el escenario desataron un gélido vendaval que barrió la sala entera de arriba abajo, como un alud. Parte de la culpa la tienen el batería, Viktortured, con una técnica impresionante, que a mí al menos me vuela la cabeza y un bajista, Mrak increíble y preciso a las cuatro cuerdas. Holok, que toca él solito las partes rítmicas y solistas, apareció con su Flying-V pintada de militar e hizo una nueva demostración de por qué, para un servidor, es uno de los mejores compositores de la escena, recordándonos, cuando empuña su hacha y la hace sonar, que el black metal ist krieg con partes y riffs crudos y desnudos, rapidísimos a la vez que afilados, fríos como el témpano pero permitiéndose también, y esto es importante tenerlo en cuenta, de trascenderlo, yendo mucho más allá porque también es capaz de emocionar, de crear etéreos y místicos pasajes progresivos, de transportarte a los fríos bosques de Noruega, de hilvanar múltiples cambios de ritmo milimétricamente calculados y atmosféricos. Todo ello vomitado con shrieks capaces de poner los pelos de punta. Si queréis saber de qué hablo, poneros Bosque de Mármol, que va para himno del black metal, y ya me contáis. Junto con la anterior, cayeron Torture of Traitors, L.I.E.S.P.I.T.O.R., o Night Forest and Stars cerrando así una jornada para enmarcar.

Cerraría está crónica con alud de menciones, agradecimientos y elogios a toda la peña (músicos, staff y seguidores, vosotros sabéis quien sois) que tuvimos el placer de conocer en persona, a los que no hubo suerte de encontrar pero que sabíamos que estaban por allí, a los reencuentros, a la magistral organización y coordinación, y por supuesto a los más de 40 valientes llegados de Madrid, Zaragoza y Barcelona en el autobús que QMC fletó y que quedará para siempre en nuestro recuerdo…

Pero le toca echar el cierre al gran Sammael F.H, redactor de está casa, embelleciendo aún más las palabras que Nocturno había preparado como colofón, y quien voluntariamente se puso en manos de la organización del festival y esperemos nos cuente en otro artículo como vivió su FOA desde dentro:

Como si de una alucinación febril se tratara, o una ensoñación idílica dicho de manera más acertada, mas de 24 horas pasaron desde que embarcamos rumbo hacia el destino de la épica relatada con anterioridad. El marco era digno de una hazaña bélica para todos aquellos profanos que residían en las inmediaciones. Una fortaleza, hordas procedentes de todo rincón imaginable concentrándose en un punto geográfico, brutalidad y sangre incluso. Pero también camaradería, mutuo respeto y, sobre todo, ganas de pasarlo bien. Esta primera edición del Fortalessa Open Air no solo cumplió con las expectativas, si no que fue mas allá. El listón quedó a niveles inalcanzables, mas allá de los mástiles de la bandera que enarbolaba orgullosamente en los corazones de todos los hermanos y hermanas de estas nuestras artes oscuras que nos reunimos aquel glorioso sábado 4 de Mayo.

Esa fue la realidad, por mucho que nuestra mente no supiera discernir con claridad cristalina con respecto a si lo era o fue solo producto de nuestra ensoñación (producto en parte de la embriaguez, tanto emocional como etilica siendo honestos). Y se vivió tal cual en todo rincón y aspecto posible. Podría plasmar aquí mismo mis vivencias personales desde el interior del festival, en la «zona cero» del campo de batalla. Pero son tantas y tan densas que dan lugar para un articulo aparte (además, muchos de vosotros estáis aquí por la crónica del Festival per sé, siendo dicho relato alternativo algo secundario). Pero sí puedo decir desde aquí que tamaña experiencia merece ser vivida, en cuerpo y alma. Todo un torrente de emociones y sensaciones extremas de principio a fin, en la mejor de las maneras.

Sin embargo todo llegaba a su fin, según descendíamos la pendiente como buenamente se podía después de tamaña gesta tras haber cumplido con nuestro destino, una última imagen de la fortaleza en la que tanto vivimos y disfrutamos se quedó grabada en nuestras retinas. Y junto a ella, brillando plateada, cincelada en el diáfano firmamento, la fina y delgadísima lágrima que nos recordaba que todo tiene su amargo fin. Que el alba se desperezaba y que debíamos retomar, exhaustos, el camino de vuelta a casa. Pero también que la llama y la pasión por este negro arte prende incombustible en nuestra alma blasfema. Y que la negra bandera, parafraseando a Midgard (Ouija), ondea en lo mas alto de la Atalaya de la Fortalessa d’Hostalric ahora y siempre.

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