Por Scheitan
Desde que reseñé Open the Portal para Necromance, aquel debut crudo, prometedor y afilado, con influencias por doquier, que olía a catacumbas genovesas, Winternius me tiene fascinado. Aquel disco era negrura old school, añejo, pero sobre todo un disco con alma, en el que veteranos de la escena italiana como John «KillerBob» y Jaco Eligor (ya fuera de la banda), comandados por Roby Grinder (aquí guitarra), inyectaban agresividad técnica y fantasiosa en temarrales como «Dead and Evil» o «Thunderfire», en el que mezclaban melodías heavy y thrash muy ennegrecidas en un cóctel adictivo apuntando a banda muy especial. Y ser especial dentro de la originalidad italiana es mucho decir, pero se nota que el propio Grinder ha mamado y transmite ese regusto a Necrodeath, Bulldozer, con pinceladas de Abysmal Grief o Mortuary Drape, y por supuesto Sacradis. Luego llegó Kultra Nightmares, que comenté para esta santa casa: un EP pandémico más introspectivo y ritual, con sección rítmica renovada y un black más atmosférico que exploraba pesadillas colectivas, y que visto en perspectiva, ha funcionado como puente necesario a este nuevo Underwater Darkness; una oda a la oscuridad submarina lovecraftiana.

Underwater Darkness, es una especie de ópera negra en dos actos, que nos sumerge en un océano abisal donde un Cthulhu propio duerme y los antiguos susurran, donde la libertad y la crudeza añeja, ya inconfundible de Winternius, reinan sin concesiones. Temática, que por manida que esté, no deja de apasionar al universo metalero. Lanzado el 12 de septiembre de 2025 por Dusktone (sello de nuestros queridos Lóstregos). La banda ha abrazado por completo lo que Roby Grinder describía en una entrevista reciente cuando se refería a ese autoetiquetado black rising metal inspirado en el frío nórdico pero con calidez italiana mediterránea. El resultado es un disco hiperdinámico, respetuoso con los clásicos que echa un pulso a los 90 escandinavos, con esa agresividad sin filtros que evoca la crudeza de los pioneros, pero filtrado a través de una identidad propia que ya no suena a nadie más. Vale, admito la fuerte influencia en la teatralidad de King Diamond latente en la banda, pero como mera inspiración (multiregistro y esa forma de convertir el metal en drama) que nada afecta en lo sonoro. Y por otra parte, sale a relucir por fin, esa vena americana de Usurper que tanto me gusta, en cuanto a lo imprevisible, fantasioso y el descaro capaz de retorcer la negrura hasta crear narrativas épicas, pero de esencia terrorífica de serie B con alma de grimorio. Underwater Darkness, es sin duda la continuación perfecta de ese magnífico debut, conservando la estructura, la conceptualidad, la teatralización y el desarrollo; en definitiva, es el disco que habia soñado el tristemente fallecido Alex Trivex, cuya pérdida en un accidente de moto el pasado 19 de Julio, impregna cada nota con un tributo implícito.

Como decía, Underwater Darkness es una obra conceptual dividida en dos actos: la travesía del barco maldito con los primeros 4 temas, no voy a decir de relleno, pero si algo más flojos, comparados con la segunda parte donde se narra la caída al abismo tras el hundimiento en otros 4 cortes, comenzando por «The Abyss», como puerta de no retorno. Un interludio ambiental que estalla con la llegada al R’lyeh particular ideado por Winternius. Destaca del primer acto la apertura con «Unholy Black Ship» y su cadencia noruega (Dimmu Borgir, Arcturus, Immortal) cargada de gelidez y buena velocidad que puede llevar a engaño con lo que viene a continuación, pero que cumple perfectamente para engancharte a la conceptualidad. Tema en el que han sabido resistirse a meter teclados y sinfónica en favor de la crudeza épica. «The Beacon», uno de los singles, me parece de lo más flojo del disco, de ahí lo del relleno, pero continúa con «Dark Mirage» que es un temazo absoluto con riff hipnótico, ocultismo ochentero y teclados etéreos (hay colchones increíbles como recurso a lo largo de todo el álbum ) y esas voces limpias y teatralizadas que emergen como fantasmas de un ritual fallido. Para cerrar el acto con «Gods of Hunger», que suena a unos Borknagar transportados a la primera ola; primitivo, salvaje, pero con melodía épica y un solo central que es puro heavy metal oscuro. El segundo acto, como decía, me ha parecido bastante más disfrutable, ya que en él no se narran aventuras, sino fatalidades. Desde la comentada «The Abyss», pasando por «Black Evil Cormorants», el temazo del disco y hermano mayor de «Birds of Destruction» del debut. Casi 4 minutos de pura maldad musical de galopada descomunal, obsesiva y destructiva. ¡Vaya ganchazo!. O «Vile Vortex», especialmente arpegiera, dramática e inmersiva. Un mid-tempo que, aunque puede pecar de repetitivo, prepara el final de la historia como como ese remolino que succiona hacia el clímax, con arpegios que giran como corrientes abisales y una tensión que se acumula como presión en las profundidades. Y el cierre épico, «Global Alien War», que es un auto-homenaje; temazo donde, si has entrado en el disco, ya tienes interiorizado su sonido, la teatralidad reluce en su máxima expresión en un clímax que une heavy, thrash y black, solos rituales y un Ülfe desatado en un torbellino multiregistro mejestuoso. Es Winternius mirándose al espejo y diciendo: «Esto somos». Una teatralidad a raudales muy destacada por parte de Ülfe que me han hecho investigar por si es que había invitados/colaboraciones, pero no, los rasps feroces, lamentos limpios, declamaciones sacerdotales, coros espectrales… Ülfe lo hace todo, y lo hace con maestría, pasando de la furia a la melancolía en un mismo verso, transmitiendo la ira de dioses prehumanos y el hambre cósmico del océano como entidad viva. Pero lo que eleva todo es el magnífico trabajo de guitarras, con constantes solos y rítmicas adictivas. Aquí Winternius saca músculo y sabe sonar heavy (ennegrecido), moldeando cada riff y creando melodías cortantes y sangrantes, llegando a esa magia que va más allá de la violencia sonora. Esa que te hace levantar el puño, tan difícil de conseguir.
Underwater Darkness no es un disco perfecto, puede sonar mejor sí, pero era necesario para que Winternius diese continuidad al maravilloso Open the Portal y consiguiese un sonido ya identificable, añejo, libre, crudo, heavy y profundamente teatral. Me ha encantado, a pesar de ya haberla oído de otros (recuerdo a mis queridos y tristemente desaparecidos Black To R’lyeh por lo Lovecraftiano; Y a mis Iced Earth por lo conceptual), esta historia de seres humanos como presa de un ecosistema alienigena, donde los peces tienen ojos (humanos) y las algas susurran nombres prohibidos, cargado de giros inesperados y consiguiendo una atmósfera asfixiante (en la segunda parte), mezclando maravillosamente lo macabro del black con lo pulp, a base de dinámicas clásicas metaleras, tan maltratadas últimamente con el fuerte resurgimiento de lo tradicional, y convirtiendo el dolor en arte vivo. RIP Álex Trivex.
