Crónica RAT-ZINGER (10.05.24 Independance Club, Madrid)

Por Patripatror

La gira presentación del séptimo disco de estudio de los bilbotarras llegaba a la capital. Publicaron su nuevo trabajo el pasado 23 de febrero, podéis leer la reseña aquí.Enseguida desvelaron algunos de los objetivos a bombardear por todo el estado, porque eso es Rat-zinger, una bomba atómica. Te vuelan la cabeza.

El viernes iba a ser «productivo» teletrabajar hasta las 12-13h, cañas obligatorias cerca de Goya por la despedida de un compañero y a última hora, concierto. Qué mejor manera para acabar la semana y liberar el estrés acumulado junto a los hijos bastardos del Papa de Roma.

Después del dilatado poteo cerca del Wizink, llegué a la sala sobre las 21:40, con el tiempo justo para que descargaran toda su artillería. Les acompañaban Distorsion, que celebraban su 40 aniversario, pero la cerveza me impidió ser puntual. ¡Lo siento, para la próxima! Podri y los suyos nos reunieron en la sala Independance, la misma que en la gira anterior, y casualidad o no, los allí presentes éramos los mismos que hace 2 años, o por lo menos en número, media sala. Con tan amplia oferta musical que tenemos por la capital, y siendo viernes, era normal.

Distorsión ya había caldeado suficientemente el ambiente y el turno era de los bilbaínos.Podri reclamaba que encendieran los ventiladores que situaron sobre el escenario, y, de espaldas al público, se preparaba la máquina para reventarnos los tímpanos. Como se suele decir, la primera en la frente. Sin mediar palabra, «Bala per cápita» fue el primero de los tres proyectiles que nos lanzaron. Salieron todos enchufadísimos, y aunque la voz se notaba un poco baja, se acabó resolviendo más tarde. Siguieron con «No habrá piedad para nadie», para que nunca te olvides de los que intentaron joderte, y «Soy un kalashnikov», en la que Podri nos apuntaba y Xabi en la batería despedía munición sin parar. Nos podíamos hacer una idea de cómo iba a transcurrir la noche.

Ahora sí, pequeño saludo de advertencia y nos meten «En la cámara de gas», «Odio a la raza del mono» y «Golpe de Estado en Mendivil», entre otros temas. Sonando una batería atronadora, un Pinky imparable y Dann acribillándonos con las seis cuerdas ¿Y nosotros qué? Disfrutando entre golpes y empujones. Con el set list dispuesto en bloques de 3-4 temas y pausas muy breves entre ellos, iban descargando trallazo tras trallazo, como si de una cuenta atrás se tratase. Ya sabemos que estas salas después tienen otro tipo de eventos, sesiones DJ, etc., y parecía que nos comía el tiempo, ¡iba todo aceleradísimo! Llega el turno de «Ya no hay kinkis», lástima que no andaba Kutxi por allí para cumplir su parte del «contrato». Quien sí se dejó caer fue Ivy, guitarrista de Non Servium y Yugular, que se subió para acompañar a Podri en «Apártate». Aquí se repartían hostias como panes, una bestialidad, para acabar con «10 minutos más». Mitad de concierto, dejándonos sin aliento, sin capacidad de recuperarnos, y de nuevo nos atacan con «L.E.Y.» y «Odio tu puta nación» para regalarnos billetes imaginarios en «Amo el dinero negro».

Es la primera gira con Dann Hoyos como guitarrista de pleno derecho, ya que Javi Puñales ha dejado la banda para centrarse en Sanngre. Conecta perfectamente con público y compañeros, aunque esto no es de extrañar, habiendo hecho sustituciones en anteriores bolos. Contagiaba muy buen rollo, gozaba en cada solo… La impresión de que todo va sobre ruedas y hacerlo todo más fácil, ya lo comentaba Podri en alguna entrevista, es un pedazo de músico, además, había muchos gestos de complicidad con el resto. Carga Podri su «9 mm» para ir disparando varios proyectiles como «Tu pasajero», «Toda forma de poder», rapidísima «La locomotora», «Muerte a la máquina»…destrozándonos poco a poco. «A ver, ¿cuántos hijos de perra habéis venido?» pregunta Podri. A la que contestamos levantando los brazos, para que nos dediquen ese clasicazo, «Rock and roll para hijos de perra», enganchando con «Larga vida al infierno» y la versión del «Ace of Spades» de Motörhead, ¿»Tenéis speed?». Aquello era incontrolable. En las primeras filas, con la mayoría pasada de rosca y los continuos pogos, era imposible que no te llevaras alguna «caricia». El setlist parecía interminable, y con la velocidad a la que iban, sin apenas descansos, el corazón iba a mil. Por desgracia, lo bueno se acababa, sólo quedaban dos disparos, «Indestructibles» y «Santa Calavera». Final brutal. Veintitantos temas en hora y cuarto de auténtica locura. Para mí mucho mejor que hace 2 años, que salí flipando deseando pillar camiseta y disco. La verdad que no lo viví igual, estaba más lejos del escenario, primeros conciertos postpandemia con mascarilla…ya sabemos. Pero esta gente no defrauda, con la potencia que llevan te revientan por dentro, ¡no les para ni la guardia civil!

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